La prudencia se ha impuesto en los centros de trabajo de la provincia aunque de forma mayoritaria la mascarilla ha comenzado a dejar de ser una parte más de la indumentaria de la población, que ya había dejado de usarla de forma generalizada en los exteriores e incluso en muchos interiores, donde aún se recomienda su uso si no existe distancia de seguridad ni ventilación, como es el caso del Ayuntamiento.
Así ha sido en los grandes centros de trabajo y en las empresas, siguiendo las recomendaciones que daba la patronal, cuyo presidente, Miguel Rus, aboga por mantener la mascarilla en aquellas reuniones y espacios no ventilados, así como la distancia interpersonal y las mamparas, y acudir a los servicios de prevención para cualquier consulta, recordando que la pandemia sigue ahí y que debe primar la “tranquilidad, seguridad y protección de los trabajadores”.
Por su parte, el secretario general de CCOO de Sevilla, Carlos Aristu, reclamaba que en los centros de trabajo de la provincia existan “medidas consensuadas con la representación de los trabajadores ajustadas a la realidad de hoy para, allí donde sea necesario, mantener la protección de las personas trabajadoras”.
De hecho, el propio Ayuntamiento de Sevilla ha actualizado su protocolo y ha establecido el "uso preventivo" de mascarillas en espacios municipales de trabajo donde no se garantice ni la distancia ni una adecuada ventilación, para empleados que viajen en vehículos municipales como los de la Policía Local o de mantenimiento, “en general con más de una persona”; y si es un trabajador diagnosticado de Covid-19 que no cuente con baja laboral.
Con respecto a la feria, Inmaculada Salcedo, portavoz del grupo asesor del coronavirus en Andalucía, ha apuntado en los informativos de 7TV que realizarán una guía de recomendaciones en casetas y zonas de aglomeraciones, aunque considera que en estos eventos debe llevarse e incluso ha asegurado que “yo la llevaré”.
Mientras, las usuarias de las peluquerías se han visto liberadas de las mascarillas; en los comercios y tiendas alternan los que van con ella y los que se han liberado del cubrebocas; en los bares se la han terminado de quitar los clientes, aunque no tanto los camareros que aún siguen con ellas en numerosos establecimientos, y siempre se lleva una en el bolsillo por si hay que subir al autobús, especialmente en los escolares, donde la Junta ha establecido su obligatoriedad, el único espacio educativo donde habrá que llevarla.
