—¿Orígenes?
—Nací el día 10 de agosto de 1951 en Algeciras, en la calle Teniente Miranda, frente a lo que hoy es la Fundación de Cultura José Luis Cano. Mi padre era agente comercial y trabajaba en Aurelio López. Era hermano de Pepe Castro, el que tenía el bar.
—¿Estudios?
—Estudié en Algeciras primarias en la escuela de Antonio Moreno. Después me fui al instituto, donde hice el bachiller elemental y superior.
—¿Cómo era la Algeciras de su niñez?
—Aquella Algeciras tenía mucha más identidad que la de hoy. Era una Algeciras romántica y muy entrañable, donde todo el mundo se ayudaba y todas las familias representaban. Una Algeciras más humana en todos los sentidos, que tenía su personalidad y un ente que ya no existe.
—¿Por qué esa falta actual de esencia como pueblo de Algeciras?
—Yo la achaco a que ya hay muy pocos hijos de Algeciras, porque ha venido mucha gente de fuera, en lo que yo le llamo, entre comillas ,la revolución industrial del Campo de Gibraltar, los que aunque vivan en Algeciras no sienten como los nativos. Por lo tanto, Algeciras es otra forma distinta a lo que había entonces.
—Termina el bachiller, ¿qué camino emprendió?
—Como no quise ir a la universidad, al no existir muchas opciones me puse a trabajar en distintos sitios, entre ellos Celupal. Llegué después a ser como funcionario de Correos, el segundo jefe de la oficina de la Ciudad Portuaria.
—¿Cuándo llegó a la banca?
—En primer lugar, estuve en el Banco de Santander y me destinaron a Elche. Tuve muchos problemas, porque era el comienzo de las autonomías, y allí se hablaba el valenciano como si fuera una rebelión. Después de un año, me tuve que venir para Algeciras.
—¿Cómo le fue tras el regreso?
—Estuve muy poco tiempo sin trabajar, porque entré en el Banco Jerez de la calle Prim. Después, en la expropiación de Rumasa pertenecimos al Banco Hispano Americano, Central Hispano Americano y, posteriormente se formó el Granada-Jerez, comprándolo la Caixa.
—¿Otros destinos?
—Mi vida profesional en la banca se desarrolló desde ordenanza hasta llegar a escalar la primera dirección en Vejer de la Frontera, donde me fue muy bien. Después pasé destinado a Estepona, donde estuve cerca de seis años. Me vine de director a la sucursal de la calle Ancha de Algeciras y posteriormente inauguré Virgen de La Palma… donde pertenecí hasta que me jubilé.
—¿Requisitos esenciales para un director de banco?
—Un director de banco debe ser una persona formada en la profesión, que haya pasado por la mayoría de los puestos; ser un buen relaciones públicas y que analice muy bien a los demás. Pero sobre todo que tenga ese punto de humanidad en un negocio tan frío como es el dinero. Pero esa humanidad hay que ejercerla o no porque si tenemos mucha humanidad y poca profesionalidad hundiríamos al banco. Y si es al contrario, también lo hundiremos.
—La banca actual con la de sus principios, ¿son totalmente distintas?
—La banca que se hacía antiguamente era muy distinta a la de hoy, porque todo está ya informatizado. Yo antes hacía cartillas y la contabilidad diaria en libros auxiliares a mano.
—Nuestra generación ha cogido los grandes cambios sociales de España, ¿no?
—Nuestra generación ha ido siempre a remolque, y hubo que ir no sólo avanzando en tu profesión, sino adaptándonos a las nuevas tecnologías. Es muy distinto nacer hoy con el ordenador en casa, a antes que sólo escuchábamos Radio Nacional de España.
—¿Qué función ha realizado en la banca en su última etapa profesional?
—Mi vida profesional terminó como gestor de morosidad de la Caixa del Campo de Gibraltar. Ese puesto se crea en la Caixa mucho antes de lo que ha llegado con esta crisis. Se adelantaron a los acontecimientos y cogieron a gente que ya sabían lo que era esto, porque ya pasamos la crisis del 91.
—¿Satisfacción por el deber cumplido?
—Mucha satisfacción de todos los trabajos realizados y de cómo me he llevado con mis compañeros, que es muy importante. Por lo tanto, estoy muy tranquilo y muy bien. Pero la gran sacrificada de mi historia es mi mujer, porque tuvo que renunciar al puesto de trabajo que tenía para que yo siguiera mi carrera. Dentro de mi éxito la persona que más me ha ayudado ha sido mi mujer. Ella ha sido mi pilar fundamental en la vida, porque mientras yo he trabajado muchas horas, ella ha estado educando y formando a mis hijos.
—¿Ha olvidado los muchos años que estuvo estudiando música?
—La música no la he olvidado nunca y siempre ha estado presente en mi vida, porque siendo un niño pertenecí lo mismo que tú a la banda de música juvenil de la OJE, donde yo tocaba el requinto y tú el clarinete.
—¿Excelentes recuerdos?
—Cuando te pones a trabajar en otra cosa, crees que la música ha estado ahí, pero presente siempre porque la música ha sido fundamental para nuestra educación. Fueron unos años con una acción paralela a los estudios elementales magnífica. No sólo era la convivencia con los demás, sino porque aparte de hacer la carrera oficial en el Conservatorio Manuel de Falla de Cádiz, estábamos tocando y haciendo música.
—¿Pondría como asignatura obligatoria la música en los colegios?
—Pondría la asignatura de música obligatoria en todos los colegios. No sólo porque se adquiera una formación musical, sino porque es pura matemática que ayudaría en los estudios. Y el ser buenos receptores de música hace que seas muy buen espectador y, mejor crítico a la hora de analizar las cosas.
—¿Composiciones realizadas?
—Hice conjuntamente con Paco Rojo los pasodobles La Nuestra y Coso de Las Palomas. También hice la letra y música en solitario de unas sevillanas a la Plaza Alta que están grabadas, pero nunca salió el disco.
—Tras jubilarse, ¿en qué emplea tanto tiempo libre?
—En vivir, que no es fácil, porque vivir es una de las cosas más difíciles que existen en el mundo. Además, leo mucho, ando, juego al golf, me relaciono con los amigos y pienso que es fundamental. La gente lee muy poco los periódicos y se está tragando todo lo que le echan a través de las televisiones.