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Miércoles 03/07/2024  

El pobrecito hablador

Víctimas

Un terremoto en Marruecos dejaba unas cifras de muertos y heridos que sobrecogerían el corazón de cualquiera

Publicado: 18/09/2023 ·
14:05
· Actualizado: 18/09/2023 · 14:09
  • Efectivos de bomberos en Tafingoult, al sur de Marraquech. -
Autor

Francisco Palacios

Palacios es matemático y programador. Publicó su único libro hace ya unos años y sigue siendo el autor más leído de su calle

El pobrecito hablador

Escribo sobre lo que me gusta, pero sobre todo sobre lo que me disgusta, como un grito desesperado para no ganarme una úlcera

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  • Unas redes que se han convertido en el sumidero que recoge toda la inmundicia que la sociedad supura por sus herida
  • Comentarios como “ojalá hubieran muerto más”, “pocos me parecen, se podría haber llevado alguno de por aquí también”

Un sábado por la mañana, mientras desayunaba, la televisión me golpeaba con la dureza del puño de un peso pesado. Un terremoto en Marruecos dejaba unas cifras de muertos y heridos que sobrecogerían el corazón de cualquiera. Uno, en esos momentos, se da cuenta de lo leve que es la frontera entre el bienestar, la vida y la alegría con la muerte, la desolación y el infortunio. Todos estamos sujetos al maldito azar con el que el destino nos hace jugar, con dados trucados y unas reglas que cambian a su voluntad.

Todo esto no sería más que otro suceso de los que nos remueven las entrañas de vez en cuando, si no fuera por lo que se puede ver en las redes sociales. Unas redes que se han convertido en el sumidero que recoge toda la inmundicia que la sociedad supura por sus heridas.

Esa pus, esa mugre, esa basura, cobarde y pusilánime, escondida tras pseudónimos, defeca sobre todos nosotros. Comentarios como “ojalá hubieran muerto más”, “pocos me parecen, se podría haber llevado alguno de por aquí también” son sólo una muestra de lo repugnante que puede llegar a convertirse el ser humano, de lo deleznable, rastrero y miserable que puede llegar a ser. No hace falta decir cómo son los protagonistas de tales comentarios, ni a qué personajes siguen e idolatran.

Por cada víctima que aparece bajo los restos de un edificio en Marruecos, un nuevo cadáver aparece aquí. Gente que pensamos que vive y respira, pero que no son más que cadáveres, cuerpos vacíos, sin la más mínima empatía, sin un corazón que lata dentro de sus pechos. Conchas muertas que se echan las manos a la cabeza porque nuestros bomberos, los andaluces, hayan hecho el petate y crucen el Estrecho para ayudar a los que más lo necesitan. Criticados por esa turba que es incapaz de comprender que la vida no entiende de colores, razas, religiones o banderas.

 

Luego, los escuchas hablar de la superioridad moral de la izquierda. Podemos ser cainitas, luchar entre nosotros por cualquier menudencia que nos separe ideológicamente, pero en cuestión de moral, nos lo ponen tremendamente fácil.

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