Hace casi 24 años que sus socios alquilaron un local que antiguamente ocupaba un pequeño mesón en pleno corazón de la Pastora. Todos a una fueron convirtiendo con sus propias manos ese coqueto inmueble casi en su segunda casa, pero hoy, dos décadas y pico más tarde, puede que estén dando sus últimos coletazos en un lugar por el que han pasado primero ellos, luego sus hijos y ahora lo hacen sus nietos. En efecto, se trata de la sede social de la Peña Cultural Carnavalesca de Los Catavinos, que puede verse condenada al cierre en el próximo mes si no llega una solución económica, que pasa básicamente por compartir la sede con otra entidad. Su presidenta, Manoli de los Santos, explicó a este medio cómo se están viviendo los últimos acontecimientos.
—¿Cómo surgió esa idea de compartir el local para subsistir y no tener que cerrar las puertas de la sede tras 24 años?
—Primero nos reunimos la directiva y cuando vimos que económicamente esto era insostenible, convocamos una asamblea general para comunicárselo a los socios, porque aquí somos como una familia y todo el mundo está enterado a cada momento de lo que sucede. Tras explicarles los dos varapalos económicos que habíamos sufrido este año, el primero con el recibo del agua y el segundo con la Quesada Popular, le dimos la opción a ellos de aportar ideas para evitar el cierre. Fue entonces cuando un socio propuso lo de compartir el local con algún colectivo o entidad, se votó y salió adelante.
—Y si hay algún colectivo interesado, ¿cómo sería ese reparto del local?
—Eso sería cuestión de sentarse y hablarlo. Yo creo que el que entrase saldría más beneficiado que nosotros, que somos los que ya estamos aquí. Además nosotros correríamos con una mayor parte de los gastos, pero ya le digo que todo sería cuestión de hablarlo. De todas formas, hay otra opción para que la peña mantenga su sede y que pasa por ampliar el número de socios en alrededor de 25 más. Estamos abiertos a cualquiera de las dos posibilidades.
—¿Y ha llamado alguien a la puerta?
—Primero nos vino un chico de un club de fútbol infantil, pero todo quedó parado porque nos comentó que no sabía con cuántos socios iba a contar hasta el mes que viene. Como la cosa urgía y para que nadie tuviese que ir contando que nos teníamos que ir con la mano tapándose la boca, decidimos hacer pública nuestra situación ante los medios de comunicación. Queríamos ser claros y que la gente supiese que se ha llegado a esta situación por los dos varapalos económicos señalados anteriormente, pero no por una mala gestión de esta directiva.
—Hay mucha gente que piensa que Los Catavinos sólo es Carnaval y eso no es así...
—Eso es porque la gente nunca ha venido a la peña o porque no lee la prensa. El que nos conoce sabe que esta peña está todo el año en el candelero. Todo lo que hacemos es abierto al público y aquí se celebran semanas culturales; tertulia; cruces de mayo tanto en la calle como dentro del local; noches de saeta, que fue una idea que surgió de aquí cantando entre nosotros y luego se ha ido extendiendo a otras entidades de La Isla; dos grupos de teatro, uno infantil que llama Plauto y otro adulto que actuará el próximo 20 de septiembre en la Casa de la Cultura con una obra que he escrito yo sobre cómo los isleños paramos a los franceses; más de 30 agrupaciones de carnavales con premios del Falla; y el coro.
—Precisamente le quería hablar sobre el coro y las críticas que recibe, sobre todo en los foros de internet, ¿a qué es debido?
—Se ha generado cierta polémica porque estamos en ciertos actos presentes. Mi coro es un coro distinto, no digo que sea mejor o peor que otros, y lo es porque lleva letra propia. Nos llaman para cantarle a los copatronos porque llevamos letras escritas expresamente para ellos, al igual que cuando lo hacen para la Virgen del Carmen, tanto si sale de Gallineras como por Las Callijuelas, o La Pastora coincidiendo con la festividad del 15 de agosto por su barrio. También cuando se coronó la Virgen de Gracia y Esperanza nuestro coro cantó una sevillana hecha expresamente para ese día. Nos esforzamos en estar presentes en todos los actos significativos de La Isla. No nos conformamos con cantar canciones de otros autores, sino que las hacemos en exclusiva para los eventos a los que nos llaman. Yo creo que poca gente que sacrifica tanto como nosotros, pero es un sacrificio que hacemos muy a gusto.
—Si finalmente ocurre lo que nadie quiere que ocurra que es el cierre de la sede social, ¿la peña seguiría subsistiendo o también desaparecería?
—Esa sería una cuestión que tendríamos que debatir entre todos los socios, pero también le digo que a nivel personal no me veo con fuerza para empezar de cero en otro local nuevo. Llevo ya cuatro legislaturas y a la próxima tengo decidido no presentarme, pero no me iré hasta que no se aclare el futuro de la entidad con todo lo que estamos pasando este año. En este rincón estamos muy a gusto y es tan nuestro que no me veo en otro sitio. Aquí hay tanto recuerdos de todos nosotros que sería una lástima tener que dejarlo. La opción de mantener la peña como tal por el grupo de teatro o por el coro ensayando en otras peñas, es algo que habría que votar en asamblea entre todos los socios.
—Me comentaba que cuando saltó la noticia le llamó el presidente de la FIPE, Luis de Celis, pero, ¿ha habido algún tipo de llamada del ámbito político?
—Hasta el momento no. Me ha llamado muchísima gente de otras peñas y muchísimos amigos para interesarse por nuestra situación y apoyarnos, pero desde la administración nadie ha dado señales de vida.
—¿Qué el Ayuntamiento se haya llevado el Carnaval a otras zonas de la ciudad ha supuesto casi una sentencia para las entidades carnavalescas del entorno de la plaza de Las Vacas?
—En el caso de la Quesada Popular por supuesto que fue un palo muy gordo que se llevaran ese día todos los actos al centro. Hubo mucho publicidad sobre el hecho de que el Carnaval se iniciaba ese sábado en la plaza del Rey, algo que me parece muy bien, pero pienso que a esa misma publicidad se le debían de haber sumado los actos carnavalescos que ese mismo día había en otras peñas. Aquí estuvieron cantando las siete agrupaciones que vinieron una detrás de otra y no había nadie escuchándolas. Y todas ellas cobraron, porque nosotros siempre hemos tenido una máxima, y es que a cada agrupación que viene a cantar se le da el dinero en la mano, ya que ellas no tienen la culpa de que nosotros lo estemos pasando mal. Ese día cuando hicimos caja teníamos menos dinero que el que habíamos traído para el cambio.
—¿Se está perdiendo esa esencia del Carnaval en la plazoleta de Las Vacas como lugar de referencia de la fiesta?
—Sí, porque hay muchos intereses creados y me explico. Aquí por esta zona hay unos pocos vecinos que ya estaban antes y sabían lo que había cuando llegaba el Carnaval, pero la mayoría de los que han venido nuevos se quejan por el ruido. Yo lo que digo es que esas personas debían de haberse informado antes de adquirir sus viviendas de lo que se iban a encontrar, es decir, que había tres peñas carnavalescas y no se puede llegar e intentar echar a patadas a los que aquí llevamos muchos años. Si no te gusta el Carnaval, pues no te metas en un barrio netamente carnavalero. Estamos hablando de una plazoleta que es el pulmón de la fiesta. Es como si a alguien no le gusta la Semana Santa y se va a vivir a Sevilla a La Campana. Puedo hablar más alto, pero más claro no.
—¿Qué está pasando en el mundo de las peñas y entidades que todo el mundo está buscando dinero de debajo de las piedras?
—La crisis está ahí y afecta a todo el mundo. Lo que pasa es que antes había menos peñas y ahora la situación está bastante masificada.
—Otra cuestión que les preocupa es el dinero de las subvenciones municipales, ¿cómo está esa cuestión actualmente?
—Me han asegurado que ese dinero nos va a llegar. De todas formas, quiero dejar que no es que nos vayamos a ir del local porque el Ayuntamiento nos deba dinero, ni mucho menos. Con esa cuantía no podríamos resolver nuestros problemas desde aquí hasta carnavales. De todas formas, he de decir que también es cierto que este año, y no sé los motivos, desde el Ayuntamiento se está tardando mucho más en pagar. Les he explicado nuestra situación para ver qué se puede hacer, pero me imagino que para recibir el dinero se tienen que dar una serie de pasos y están en ello.
—Han sido más de veinte años y es de suponer que miles de anécdotas. ¿Hay alguna que recuerde con especial cariño?
—Un día en la noche de saetas uno de los que vino a cantar fue Chato de La Isla y cuando nos dimos cuenta estaba cantando por alegrías, todo lo contrario a lo que se estaba celebrando.
—También han pasado por esta sede grandes nombres del mundo del Carnaval, sobre todo en las tertulias que se organizaban con motivo de la Semana Cultural. —Es cierto, por aquí ha pasado gente como José Guerrero Yuyu o los inseparables Love y Cabra, los hermanos Rorro o Julio Pardo. Últimamente es verdad que por la situación económica hemos tenido que bajar un poco el listón, pero han sido muchas mesas redondas y tertulias con gente de primer nivel dentro del mundo del Carnaval. La mayoría de ellos viene sin cobrar, pero nosotros siempre tratamos de ser agradecidos y al menos tener un detalle con todos los que pasan por nuestra casa.
—¿Tiene esperanza de que esto sea una pesadilla que pasará y seguirán por muchos años en este rincón tam emblemático?
—Mucha, yo creo que al final se solucionará. Son tantos recuerdos y tantas cosas, que yo pienso que alguien necesitará un huequecito para reunirse y para organizar cosas. Vuelvo a repetir que el que venga se va a encontrar un local totalmente hecho, que no es decir que se van a meter en un local vacío y tenerte que poner a hacer obras, como nos sucedió a nosotros hace ahora 24 años cuando llegamos a aquí. También habrá que esperar a que alguien, ya sea desde arriba o desde abajo, nos aporte algún tipo de salida.