Volvió a conseguirlo. La Isla cayó de nuevo rendida ante su arte flamenco. Es el tercer concierto que ofrece en esta ciudad en tres años y tercer lleno que logra. Y eso sólo lo consiguen los grandes y Miguel Poveda lo es. El martes volvió a quedar patente por qué. Porque derrocha talento, elegancia, genio, humildad...Si a todas esas virtudes se le añade además un trabajo constante, el resultado es inmejorable. Excelencia es la palabra que describe una actuación como la que ofreció Poveda el martes en el Estadio de Bahía Sur.
Un conciertazo que a punto estuvieron de perderse los isleños este año, porque el artista catalán se pensó hasta última hora si volver a esta tierra, pero gracias al interés de la Tertulia Flamenca se decidió finalmente a venir . "He venido dos años seguidos a San Fernando y este año quería descansar", reconocía el catalán durante la presentación ante su público. Afortunadamente cambió de opinión.
"Cantar en San Fernando es siempre una responsabilidad porque la gente aquí tiene muy buen oído", dijo haciendo gala de su humildad y consciente de lo complicado que es hacerse un hueco en el siempre difícil mundo del flamenco. Pero él ya tiene el suyo y más que merecido. El cantaor demuestra en cada espectáculo que su sitio y su éxito se lo ha ganado a pulso o a quejío..., y se mete al público en el bolsillo desde el principio.
'Corazón y ganas'
Pocos minutos después de las diez de la noche, Poveda salía al escenario con ganas y necesidad de resarcirse de la cancelación del concierto de Tarifa que estaba previsto para el pasado 18 de agosto y que tuvo que suspenderse por "prescripción médica". Aunque aquejado un poco aún de la voz, el artista tenía ganas de estallar ante su público y hacer lo que mejor sabe hacer, cantar. Y así lo hizo desde el inicio. "Aún no estoy recuperado del todo, no tengo la voz todo lo bien que debería, pero lo que no me falta es corazón ni ganas", comentó.
Poveda arrancó su espectáculo con la soleá Con-vivencia de su último trabajo ArteSano, que consiguió el disco de oro a la primera semana de su lanzamiento. A ésta siguieron las malagueñas De la Peñaranda, los tientos Con ser tan sabio o las bulerías de Cai Qué disparate. Durante las casi tres horas que duró el concierto, el artista catalán intercaló temas de su nuevo trabajo con éxitos anteriores y demostró que es un cantaor muy versátil, capaz de moverse con soltura y maestría por todos los palos: bulerías, alegrías, fandangos, soleás, seguiriyas, sevillanas y, cómo no, copla. Nada se le resistía.
El cantaor se mostró austero en sus intervenciones habladas, porque como él dice "lo mío es cantar", pero sí se extendió un poco más a la hora de presentar la copla La Ruiseñora, haciendo un guiño a las mujeres que sufren malos tratos y condenando a aquellos que llegan incluso a hacerles daño a sus propios hijos para vengarse de sus parejas, en clara referencia al caso de los niños cordobeses Ruth y José. "Viva la vida, la libertad y todas las ruiseñoras y ruiseñores", gritó justo antes de revivir por alegrías la copla de Quintero, León y Quiroga.
Pero el espectáculo no lo hace grande sólo Miguel Poveda, sino el extraordinario elenco de artistas de que se rodea, como la bailora malagueña Susana Lupiáñez, La Lupi, una acertada elección como complemento al cantaor. La Lupi ofrece una interpretación elegante y sentida que llena la escena y arranca al público lo que todo buen flamenco consigue sacar. Ese "oléeeee". Y si el baile engrandece el espectáculo, no menos la guitarra y, en esto, Poveda también ha sabido rodearse de los mejores: Chicuelo, Bolita, Parrilla y Jesús Guerrero, este último de La Isla, acompañan al catalán.
Momento emotivo
A lo largo del concierto se vivieron varios momentos emotivos, entre ellos, la interpretación de la minera A pencho Cros, dedicada a su maestro fallecido, o el soniquete Luz en los Balcones, con el que homenajeaba a Fernando Terremoto. "Cada uno de ustedes me toca el corazón e igualmente espero llegarles yo a ustedes", dijo. Y vaya si lo hizo.
Poveda se atrevió con todo, incluso con la Leyenda del Tiempo de Camarón. Cierto es que las versiones nunca son buenas y menos si al que se versiona es al maestro del flamenco por excelencia, pero si se hacen con el cariño y el respeto con el que él lo hizo, bienvenidas son. Aunque Poveda es Poveda, pero Camarón es mucho Camarón.
Aproximándose el final del espectáculo, Poveda cambió de palo y desarmó a los asistentes con bulerías y coplas, entre ellas la que el público le venía reclamando desde el principio; Tres Puñales. No es sólo su buena voz lo que le caracteriza, Poveda tiene poder sobre el escenario y cuando se trata de bailar, también sabe hacerlo, como bien demostró durante las bulerías con su pataíta, a ratos en solitario, a ratos junto a La Lupi.
Para entonces el respetable estaba totalmente entregado. El artista se sentía a gusto, tanto que, antes de marcharse, improvisó y quiso regalar al público el tema Hacia la vida, de Cuco Sánchez, que recientemente ha grabado para el disco Chamana, tributo a la desaparecida Chavela Vargas. Y con ello puso punto final a casi tres horas de concierto.
Nadie se quiso perder este espectáculo. Entre el público se dejaron ver algunos artistas de la provincia, como Rancapino, David De María, Niña Pastori y su marido Chaboli. También le llegó al cantaor el rumor de que estaba la bailaora Sara Baras, aunque cuando la saludó desde el escenario nadie respondió.
En definitiva, si de oro es su disco, no lo es menos su directo. Miguel Poveda puede venir cuantas veces quiera porque el público isleño nunca se cansa de espectáculos superlativos como el que él ofrece. En San Fernando ya se le espera de nuevo.