Fue más el miedo a lo que podía pasar que aquello que realmente ocurrió. La jornada del Lunes Santo se desarrollaba con absoluta brillantez hasta que, con La Candelaria en la calle Larga, una nube descargó sobre el centro una de esas tímidas lloviznas que apenas justifican siquiera la apertura de un paragüas. No duró aquello más de cinco minutos. Lo suficiente, en cualquier caso, para que el temor a un chaparrón de verdadera envergadura empezara a precipitar los acontecimientos.
La Cena lo vio claro, ya que al encontrarse en la plaza de la Asunción -a muy pocos metros por tanto de San Marcos- optó por evitar la bajada a la Catedral para buscar la calle Tornería, un lugar en el que tendría oportunidad de recrearse a la vista de que la lluvia no terminaba de aparecer. Amor y Sacrificio, que se encontraba próxima ya a la Carrera Oficial, se refugió en Santo Domingo para, una hora después, regresar a su templo por Larga, Esteve y Corredera.
La Paz, La Candelaria y La Viga siguieron sus recorridos con absoluta normalidad. Una vez en la Catedral, los cofrades de Santa Ana se reunieron en cabildo de oficiales para decidir sobre la posibilidad de continuar la marcha o quedarse de modo definitivo en el primer templo diocesano, optando poco después por la primera de estas posibilidades.
Los barrios que propiciaron la primera expansión del Jerez del siglo XX fueron protagonistas del primer tramo de la jornada, toda vez que el destino ha terminado hermanando en el tiempo las salidas de La Paz y La Candelaria o, lo que es lo mismo, a los casi gemelos barrios de La Constancia y La Plata. El tono carmesí del terciopelo que lucen los antifaces nazarenos de la Hermandad de la Paz y la vistosidad de su paso de misterio han cautivado en muyo pocos años al Jerez cofrade. El mejor aderezo lo pone el sonido clásico que cada año ofrece a este conjunto la Agrupación Musical Virgen de Valme, de Dos Hermanas.
La Virgen del Refugio estrenó ayer corona propia, realizada por el orfebre jerezano Antonio García Falla. Detrás, la Asociación Musical Álvarez Quintero, de Utrera. Jesús Caro y José Luis Lobato ejercieron como capataces de ambos pasos. Precedió a la cofradía la agrupación musical que lleva el nombre de la dolorosa.
La tarde de ayer fue sin duda especial para los cofrades de la Hermandad de la Candelaria, que esta pasada Cuaresma despidieron para siempre a Pepe El Guardia, teniente hermano mayor honorario de la corporación.
El recuerdo fue permanente junto al paso de misterio del Señor de las Misericordias, que una vez más contó con el acompañamiento de la Agrupación Musical de la Sentencia. Domingo Gil repitió como capataz del paso de misterio, mientras que Mariano Tizón se estrenó en un martillo que durante más de treinta años había venido tocando José Luis Erdozain. La Banda Municipal de Música de Rota fue la encargada de ofrecer sus sones a la Virgen de la Candelaria.
Más allá del papel que juegan los barrios en el Lunes Santo jerezano, no conviene dejar de lado que es la iglesia de San Marcos la que se convierte en centro neurálgico de esta jornada procesional. La salida de la Hermandad de la Cena constituye sin duda alguna uno de los momentos álgidos no ya del lunes, sino de toda la Semana Santa.
Se trata de una historia que, no por repetida, pierde interés. De ahí que cada año sean miles los jerezanos y visitantes que se acerquen a esta zona de la ciudad para vivir en primera persona un momento que vale por todo un año de espera. El paso de misterio de esta cofradía pasa por ser uno de los más completos de la Semana Santa andaluza. Pleno de barroquismo y sabor, el trabajo costalero de la cuadrilla que dirige Martín Gómez viene a cerrar este auténtico círculo de virtuosismo. Todo ello se acompaña de los sones de la Agrupación Musical de la Estrella, de Dos Hermanas. Detrás, el palio de Santa María de la Paz, otro conjunto absolutamente inconmensurable. Se estrenó en el martillo Antonio Torrent, así como la Banda Municipal de Música de Coria del Río.
Con no ser poco todo esto, la jornada se completa con dos cofradías sin parangón. La Hermandad del Cristo de la Viga aporta al Lunes Santo una de las túnicas nazarenas más hermosas de toda la semana, así como un paso, el del crucificado, donde no falta ni sobra nada. Detrás del palio de la Virgen del Socorro, la Banda de Música Virgen de las Angustias, de Sanlúcar la Mayor. Eduardo Salazar y Álvaro Barba comandaron las cuadrillas de costaleros de ambos pasos.
Mención aparte merece la Hermandad de Amor y Sacrificio, una cofradía que a pesar de romper todos los cánones de la Semana Santa andaluza ha logrado calar en el corazón de los jerezanos. n