Los hechos ocurrieron la noche en 2006, cuando el acusado, Adrián G.B., que había ingerido alcohol, conducía su vehículo a casi el doble de la velocidad permitida en la autovía de salida de Santander en dirección a Bilbao.
Tanto el acusado como el resto de los ocupantes de su vehículo eran árbitros de fútbol de divisiones inferiores, adscritos al Colegio de Cantabria, por lo que el suceso tuvo gran impacto social en su momento.
El titular del Juzgado de lo Penal número 2 de Santander, José Hoya, justifica la imposición de las penas en sus grados máximos porque el acusado ha mostrado “el máximo desprecio por la vida de los demás”, ya que desarrolló conductas que suponen infracciones graves de la Ley de Seguridad Vial y que, en este suceso, han dado lugar a “un resultado lesivo mayor”.
El fallo, contra el cabe recurso de apelación, coincide con la petición de una de las acusaciones particulares para que se condenara por omisión de socorro al acusado, ya que, para el juez, "impidió el auxilio a las víctimas" al ocultar la presencia de sus dos compañeros fallecidos.
El magistrado subraya en la argumentación de la sentencia que las lesiones de las víctimas, cuyos cuerpos se encontraron de manera fortuita a la mañana siguiente del accidente, eran "incompatibles con la vida" en uno de los casos, pero en el otro había una "posibilidad real de prestación de ayuda".
La sentencia señala que esa persona falleció "sin haberse podido precisar la data exacta" y asevera que, aunque sufrió lesiones graves y "probablemente mortales", "el mecanismo de la muerte no puede afirmarse instantáneo".
El magistrado incide en que las víctimas "necesitaban una urgente ayuda sanitaria y un urgente traslado a un centro sanitario", y además, tras el accidente, se encontraban "desamparadas", porque no tenían posibilidad de valerse por sí mismas.
"Nadie les estaba asistiendo cuando el acusado optó, por razones no explicitadas, por ocultar su presencia", recalca la sentencia, que agrega que, "de ese modo, se les privó de auxilio".
Para el juez, no hay duda de la conducta y forma de conducir "temeraria" del acusado antes del accidente, ni de que creó "situaciones de riesgo evidentes" para otros vehículos.
Incide en que Adrián G.B. era un conductor novel, puesto que hacía poco más de dos años que había obtenido el carné de conducir, aunque en ese periodo tuvo seis accidentes, según reconoció él mismo.
El magistrado ha condenado a Adrián G.B. a pagar indemnizaciones de más de 159.400 euros a los padres de las víctimas y al hermano de una de ellas. También le retira el permiso para conducir por un período de seis años.
Además de los dos fallecidos, en el vehículo viajaba, en el asiento del copiloto, un tercer joven, que resultó herido y que renunció a las acciones civiles y penales en este juicio.