Pasado y presente de la aviación se dan la mano en el Museo del Aeropuerto de Málaga, un espacio único en nuestro país y uno de los pocos en todo el mundo que nos permite descubrir de cerca la evolución del transporte aéreo en el siglo XX. Prepárense para sumergirse en la Málaga de 1948, cuando los malagueños vivíamos de la agricultura, el medio de transporte más frecuente era el carromato, no había televisión y para llegar a Granada se tardaba un día entero.
La primera terminal de pasajeros de la capital, diseñada en 1939 por el arquitecto Luis Gutiérrez Soto es, sin duda, una de las joyas de este espacio. Junto con la histórica Torre de Control, desde la que atisbamos el bullir del aeródromo actual, nos permiten adivinar la sensación de aquellos primeros viajeros que tomaron el Convair 440, “aparcado” en los jardines, que trajo a la Costa del Sol a los primeros turistas en vuelo charter en 1959. “Es un museo de los años 40, junto a un aeropuerto actual, aquí tenemos aviones al aire libre, que puedes visitar, tomar los mandos y sentirte como un piloto”, asegura Joaquín de Carranza, gerente y guía.
Apasionados de la aviación y manitas han encontrado aquí su hábitat gracias a la Asociación de Amigos del Aeroplaza que se encarga de la restauración de piezas y de dar lustre a aviones antiguos. Hasta 8.000 horas de trabajo al año acumulan, y hay hasta lista de espera. “Estamos acabando de construir un simulador de vuelo, reconstruyendo unos camiones de bomberos, muchas piezas.... intentamos que el museo esté vivo y que cada vez que venga, encuentre algo nuevo”, explica Jordi Palet, vicepresidente del colectivo. Tiene claro que la mejor forma de aprender es tocando, “para saber el funcionamiento del motor, cómo vuela un avión... los niños son los que después van contando a sus padres que existe este museo”.
Abierto
Pese a la importancia del aeropuerto en la economía actual de la provincia, no todos los malagueños están al tanto de la existencia de este museo, pero se hace especial hincapié en inculcar este legado a los escolares a través de visitas didácticas. “Intentamos que conozcan cómo es el aeropuerto, cómo es el trabajo de un controlador, un señalero... le abrimos este mundo, la aviación no es un coto cerrado, tú también puedes llegar a ser piloto, sólo es cuestión de ponerse”, asevera Carranza.
Fruto de esa ambición de proyectar el museo al exterior, ex pilotos finlandeses pintaron en 2010 el histórico Convair 440 de la empresa finesa Kar Air. Se trata de hacer al visitante extranjero partícipe. Ahora han puesto las miras en la colonia inglesa. El próximo 11 de junio el museo del aeropuerto celebrará el 90 cumpleaños de la Reina Isabel II. “Haremos una reproducción de la fiesta que van a hacer en Londres, donde daremos té, vendrán coches clásicos de Gibraltar, y contaremos hasta con una doble de la reina”, nos avanza el gerente.
Abierto al público de forma gratuita de martes a sábado, previa cita, el museo repetirá en 2016 por tercer año con la Noche en Blanco. Un lugar en el que echar la vista atrás para conocer de dónde venimos y hacia dónde vuela el futuro de la industria más importante de la provincia.