El día grande de Santa Ana, cuando los “días señalaítos” tienen verdadero sentido, han puesto fin a la Velá de Triana de este 2017, una fiesta ya casi con el apellido de “grande”, en la que la calle Betis ha vuelto a ser el eje principal de un barrio y de buena parte de la ciudad, aunque desde la madrugada del 25 era la parroquia la que le arrebataba a la fiesta buena parte del protagonismo.
Los Gozos anunciaban la llegada del día de Santa Ana y, bajo la luz de las bengalas, la Banda de las Tres Caídas anunciaban la festividad bajo los sones de las “Nanas a la Señá Santana”, preludio del besamanos y de los actos litúrgicos que llenarían la catedral trianera de amor renovado a Santa Ana en su 751 cumpleaños.
Tras la función principal, presidida por Eugenio Hernández Martínez y acompañada por el coro de la Real Parroquia, comenzaba la solemne procesión claustral en el interior del templo trianero, poniendo fin a los actos religiosos.
Fuera, en el escenario del Patio del Altozano, comenzaba la final del V Concurso de Sevillanas Matilde Coral y luego cerraba las actuaciones Fran Cortés, dejando la fiesta en manos de los trianeros, sevillanos y visitantes que a lo largo de estos seis días han llenado las 28 casetas de la calle Betis hasta altas horas de la noche.
Unas horas antes se había celebrado la última cita de uno de los símbolos de la Velá y de Triana, su cucaña, que sigue aglutinando alrededor de la zapata a un numeroso público, a pesar de las temperaturas, para ver a los intrépidos jóvenes y no tan jóvenes intentar alcanzar y llevarse la bandera del extremo del palo de la barcaza.