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Empacho mediático, oscuridad informativa

consiguiendo que pase desapercibido que hasta el mismísimo M. Rajoy, por ejemplo, solo sea indiciariamente un corrupto.


Y es que de medios se trata donde, con mayor frecuencia, se proyectan espectáculos “noticiables”  y muy poca información.  Este fenómeno acaba empachando a un sector, cada vez más numeroso de personas que dejan de ser oyentes o espectadores de unos “shows” inconsistentes e incluso ridículos, con vocación de convertirse en espectáculos, que generan expectación momentáneamente y que mediante el continuo y machacón rosario de programas de opinión y de insultos, sobre cualquier asunto, provocan hartazgo y hastío en seres inteligentes que se afanan por resolver situaciones cotidianas para poder disfrutar de un merecido descanso y un tiempo, desgraciadamente cada vez más escaso, para un  reparador ocio. Esta proliferación de programas de opinión viene de la mano del progresivo desmantelamiento de las líneas de investigación informativa, producido en las últimas décadas  en todas las empresas dedicadas al periodismo. Pocos programas y secciones  informativas  mantienen la plantilla de profesionales necesarias para la indagación periodística, que permite  el saludable y necesario ejercicio de ofrecer información veraz y relevante, socialmente hablando. Concitar a varios contertulios, que mucho opinan y poca información aportan, hacer entrevistas a una “opinador”, más o menos conocido,  es una manera muy económica de cubrir un tiempo de emisión.  Ya que aunque se pretende que se diga lo que se sabe, esto  suele ser tan poco, que se acaba compitiendo en una gresca inútil informativamente hablando, abundando el recurso al ataque personal porque no se posee información que permita el contraste o  argumentos para rebatir al “contrario”.
Un juego de mentiras, verdades a medias, falacias e incluso invenciones inverosímiles, que pretenden distraer a oyentes o espectadores sin aportar información contrastada alguna. Mientras tanto se retroalimentan los intereses de uno u otro signo y la resultante son programas informativos que no sólo no informan de “esto”, sino que además ocultan “aquello”. Desde que se armó el Show del catalanismo secesionista nada en este país parece haber ocurrido, sobre todo lo que se relaciona más directamente con la corrupción de los partidos políticos protagonistas de tanta opinadora tarea. Ni uno sólo de los independentistas busca a los Pujol  de ideología nacionalista catalana, ni se acuerden  de Convergencia Democrática de Cataluña, hoy el PDCAT de Mas y Puigdemont… Tampoco de las  tramas de la corrupción del PP, Gürtel and Company, ni de los dislates del PSOE Andaluz con ERES y fondos europeos para la formación… Estas maniobras mediáticas para enfatizar un asunto, angostando la indagación informativa sobre otros, entretienen y distraen al respetable, consiguiendo que pase desapercibido que hasta el mismísimo  M. Rajoy, por ejemplo, solo sea  indiciariamente un corrupto.
Fdo. Rafael Fenoy Rico

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