La segunda semifinal de este 40 aniversario comenzó con un cuarteto juvenil que no sería el único de la noche. Pese a lo difícil de romper el hielo en el Cervantes, consiguieron llevarse al público en el bolsillo. Vivo homenaje a la historia cuartetera de Málaga recordando incluso a ‘Las Palmilleras’ cantando al unísono con ‘Amalia la Boquerona’ que entre el público se unía a estas jóvenes. La puesta en escena, una cola de un baño de mujeres interminable, hasta el punto de que transcurridos los diez minutos de actuación aún no les había llegado su turno.
‘Los Lions Brothers’ iniciaron la sesión en murgas. Los de Huelin llegaban con una auténtica revolución ‘disco’ de afroamericanos y no, no me refiero a la murga que trae Parientes. Fueron la murga del futuro en el 2019 y este año los niños de Pepe León juegan con una arriesgada puesta en escena muy ochentera al más puro estilo Jackson Five. Hay mucho trabajo tras ella y se nota. El Cervantes se convirtió en una auténtica discoteca repleta de luces, fiesta y muchísima marcha. Un golpetazo en la mesa, como se dice en el carnaval, que huele a viernes y apuntan muy alto. Cuplés al tipo jugando con las palabras a la perfección donde los León nos cuentan en el estribillo que ellos irían a cualquier programa “menos a la Vox”. Multitud de interacciones con un DJ con mucha guasa. El popurrí, dinámico y brillante, ha conseguido poner al público en pie y un fuerte aplauso como pocos se escucharon en la noche. Merecen un puesto en la final ya que destacan en calidad en un año en el que las murgas van bien justas de nivel.
Cuando Godoy coge la pluma es un romántico canalla; quizás un término un tanto rebuscado, pero Félix Godoy demuestra en cada una de sus comparsas junto a Pino que se pueden dar zapatazos con una musicalidad plena y sin necesidad de gritar. ‘Un malagueño cualquiera’ cantó a las kellys, a esas manos malagueñas repletas de callos que trabajan en condiciones precarias porque el turista se sienta a gusto en Málaga. El pasodoble finalizó con una representación del colectivo encima del escenario que se llevó para el recuerdo una ovación de varios minutos. Con el teatro a oscuras, ‘Un malagueño cualquiera’ denuncia que a veces estamos ciegos y no somos capaces de ver lo que tenemos delante de nuestras narices. Esas moraguitas, las noches a la fresquita, flamenco y cantina o los besos en el espigón. Lo bonito de la vida está a disposición de un malagueño cualquiera. Por ello, juegan con una puesta en escena a oscuras. “Y si esto no lo vemos no sé quién está más ciego” En su popurrí, destaca una cuarteta dedicada a la juventud maltratada por los trabajos precarios pese a que sepan cuatro idiomas o tengan dos carreras. La voz de Marina Jiménez entre todos los chicos, una verdadera delicia.
‘Los malagüitas’, como su nombre indica, cantaron por y para Málaga con uno de los cuplés dedicados al satisfyer, ¡cómo no! y un pasodoble a Chiquito que acabó con la aparición de Morta promocionando un homenaje para recaudar fondos para la estatua de Gregorio Sánchez que tanto se lleva pidiendo. En la noche en la que el Cervantes celebraba su semifinal más blanquiazul y en la que se pidió que los carnavaleros acudieran con la camiseta del Málaga C.F pese a las dificultades de los últimos meses, los malagüitas, obedientes, vestían la segunda equipación de la temporada del año 1998 ¡Nada más y nada menos! Buen estribillo y un genial popurrí cargado de pegotes acertadísimos a la ciudad.
‘El silencio de los Corderos’ llegó desde Córdoba con el hacha de guerra en mano. Pasodobles reivindicativos entonados en voces muy potentes a Cataluña. Estos corderos hermanan a esta comunidad con Andalucía. El segundo, más sentimental, refleja el cariño de una niña que tiene dos padres. A nivel de voces, el conjunto mucho más estructurado demostrando que merecían su pase en el Cervantes. Al igual que ‘Noche de Gala’ el pasado domingo, este tipo de agrupaciones solo suman en nuestra ciudad y nunca restan. ¡Gracias Córdoba!
Unos árabes que renacen de las obras del metro aparecieron en la segunda mitad con ‘Jarabe Perchelero’ con un estribillo al tipo: “Cuando voy a elegir el disfraz todos los años me pilla el toro, pero yo este año no me ‘demoro’”. A través del popurrí derrocharon frescura y consiguieron conectar con el público. Se notó que estaban disfrutando encima de las tablas estos árabes que el año pasado no consiguieron pasar de preliminares con ‘Emeterio, ¿este dónde deja?’. Con un falso final, esta murga tan joven remata con muchas ganas de fiesta y por supuesto de que comience la fiesta en la calle. Han cumplido su objetivo y pueden quedarse tranquilos. Llegar a semifinales es un honor.
El cuarteto ‘Este cuarteto se pasa de tiempo’ fue la penúltima actuación de la noche. Todo el que se sube al escenario del Cervantes es un auténtico valiente, pero si subes como cuartetero un lunes a punto de que se cierre la sesión tienes el doble de valentía. Este cuarteto dejó en su actuación de preliminares una incógnita en su parodia: quién era el infiltrado. Tras su pase por semifinales seguimos sin saberlo, pero aseguraron que si el jurado no los pasa a semifinales se lo contarán a todos los malagueños en la calle. El único momento en el que sacaron risas en el público fue con el pegote de Rafael Acejo, al que compararon con un muñeco de cera.
Para cerrar la noche, un mar repleto de especies como pulpos, cangrejos y tiburones llegó desde La Línea de la Concepción para darnos una lección en el primer pasodoble sobre lo ruín del ser humano, que es la especie que peor trata nuestros mares y nuestra tierra. Primer pasodoble de letra ecológica en estas semifinales. A nivel de voces, destacan los graves en medio de una gran musicalidad. Inevitable no relacionar el tipo de estos peces con los que nos trajeron Ronda y ‘El Arrecife’ el año pasado.
A falta de dos semifinales para finalizar esta tanda del concurso aún quedan grandes grupos por escuchar como ‘Ciudad del Paraíso’, ‘Los de Huelín’ o ‘Por mucho que me gaste no me duran los empastes’, que el año pasado se colaron en la final con un repertorio de lo más feriante.