En la nueva realidad es posible celebrar una boda con hasta 250 invitados, tomar una copa en una discoteca o fumar un cigarrillo sentado en una terraza tras comer con hasta 24 personas más en la misma mesa. Pero en este tiempo nuevo no está permitido celebrar un cumpleaños con 30 niños en un centro de ocio infantil.
La Junta de Andalucía dictaminó en la Orden de 19 de junio de 2020 por la que se adoptan medidas preventivas de salud pública para hacer frente a la crisis del coronavirus tras el estado de alarma que “los establecimientos recreativos infantiles que se destinen a ofrecer juegos y atracciones recreativas diseñados específicamente para público de edad igual o inferior a doce años, espacios de juego y entretenimiento, así como la celebración de fiestas infantiles, permanecerán cerrados”.
“Oficialmente no somos un sector pero aquí estamos, queremos respuestas”, apunta José María Ramos, responsable de Animagic, en Algeciras, al término de la concentración de protesta de este jueves en San Telmo, sede del Gobierno autonómico. En Andalucía hay más de 1.200 centros, 150 de ellos en Cádiz, de los que dependen aproximadamente 10.000 familias que contienen la respiración a la espera de que el Gobierno, patronal y sindicatos se pongan de acuerdo en la extensión de expedientes temporales de regulación de empleo y ayudas por cese de actividad y la letra pequeña.
“No podemos abrir y no hay motivos”, lamenta Ramos. “Sin embargo, en Cataluña, Baleares, Valencia, Murcia o Castilla y León -enumera-, los locales vuelven a funcionar”. “Negociamos con la Consejería de Salud la puesta en marcha de un protocolo similar al de estas otras regiones”, apunta, por su parte, Antonio Mateo, propietario del Grupo Camelot en Málaga y presidente de la recién constituida Asociación Centros de Ocio Andalucía (ACOA), organizadora de la protesta.
Entre las medidas que plantean, Mateo desgrana a los medios de comunicación que atiende tras la acción reivindicativa que están el uso de mascarillas, el lavado de manos antes y después de cada actividad o soplar las velas en una tarta de cumpleaños simulada para no hacerlo en la que se comerán después los invitados para evitar contagios. También están dispuestos a llevar a cabo un sistema de rotación de bolas e incluso a precintar las zonas de juego que no ofrezcan las suficientes garantías de seguridad.
“Nuestras instalaciones ofrecen superficies que son fáciles de limpiar y desinfectar, no son porosas”, remarca el responsable de Animagic, quien admite que está llevando “francamente mal la incertidumbre sobre la reapertura”.
La Junta, no obstante, no lo ve tan claro. El doctor Alfonso Carmona Martínez, vicepresidente segundo del Consejo Andaluz de Colegios Médicos de Andalucía, pediatra, tampoco. El Covid-19 no entiende de edades. “Los niños son vectores principales de contagio de coronavirus por la dificultad de controlar que observen las medidas de prevención”, apunta. De manera que “en un sitio cerrado, donde los críos estén sudando, corriendo, exhalando y en contacto estrecho” es complicado evitar la propagación de la enfermedad en caso de que alguno sufra la infección. “En un parque de este tipo habría que cambiar las bolas cada vez y no vale el ozono”, advierte.
Carmona es partidario de que, “si el niño no ha tenido síntomas, se extreman las labores de desinfección y se usa mascarilla, juegue al aire libre”. El sol, dice, tiene propiedades antisépticas, y en espacios abiertos también es más fácil guardar distancias.
Los ayuntamientos, sin embargo, y pese a que la mentada orden de la Junta lo permite, muestran prudencia a la hora de reabrir los parques infantiles públicos. Jerez, por ejemplo, solo ha puesto a disposición de los más pequeños y sus familias nueve de ellos. En Vejer permanecen precintados. Según ha comunicado el Ayuntamiento en su cuenta oficial de Facebook, recogido por Europa Press, es obligatorio restringir aforo y desinfectar dos veces al día pero, a juicio del Gobierno local, “es insuficiente, ya que lo lógico es hacerlo cada vez que se deja de usar por algún niño o niña y eso es materialmente imposible”.
Antonio Mateo, en cualquier caso, no va a cejar en su empeño. “Habíamos comprado todo lo habido y por haber para poder tener nuestras instalaciones limpias para que clientes y trabajadores pudieran divertirse con seguridad”, declara. “Hemos planteado un protocolo minucioso. Solo queremos que nos respondan y volver a trabajar”, concluye.