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Martes 16/04/2024  

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"Uno no se casa para ser católico con etiqueta o para obedecer una regla"

El Papa ha inaugurado este miércoles el Encuentro Mundial de las Familias en un acto en el Aula Pablo VI del Vaticano en el que han participado 4.000 personas

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  • El Papa a su llegada a la audiencia general. -

El Papa ha inaugurado este miércoles el Encuentro Mundial de las Familias en un acto en el Aula Pablo VI del Vaticano en el que han participado más de 4.000 personas y ha señalado que el matrimonio no es solo "una formalidad que hay que cumplir".

"Uno no se casa para ser católico con etiqueta o para obedecer una regla. El matrimonio no es o porque la Iglesia lo dice; uno se casa porque quiere basar el matrimonio en el amor de Cristo, que es firme como una roca", ha señalado el Papa tras escuchar el testimonio de cinco familias con problemas reales entre los que estaba un pareja que convive desde hace diez años y con tres hijos o un matrimonio que estuvo al borde del divorcio.

El Pontífice ha escuchado también la historia de una familia numerosa que decidió acoger en su casa a dos refugiadas de la guerra en Ucrania y a Zakia Seddiki, viuda del embajador italiano Luca Attanasio, asesinado en 2021 en el Congo en circunstancias todavía no esclarecidas.

El Papa ha alentado a todas las familias del mundo a partir de su situación real, y desde "allí, caminar juntos, juntos como esposos, juntos en familia, juntos con las demás familias, juntos con la Iglesia".

Así, ha dejado claro que el amor conyugal no es un camino que se hace solo, sino junto al Señor. "La vida familiar no es una misión imposible. Con la gracia del sacramento, Dios hace que sea un viaje maravilloso que se hace junto a Él, nunca solos", ha señalado.

Y ha asegurado que el matrimonio es un "don maravilloso" que es "capaz de recuperarse después de cada fracaso o fragilidad". Para el Pontífice, las diócesis y parroquias deben ser cada día más "comunidades que sostienen a todos con los brazos abiertos".

Durante el encuentro, el matrimonio de Paul y Germaine, de la República Democrática del Congo, ha relatado ante los presentes la crisis que vivieron en su matrimonio: "La falta de sinceridad, la infidelidad, el mal uso del dinero, los ídolos del poder y la carrera, el resentimiento creciente y el endurecimiento del corazón".

El Papa ha comentado que "ver la ruptura de una familia es un drama que no puede dejar indiferente". Pero ha señalado que su historia "transmite esperanza".

"El deseo que hay en lo más profundo del corazón de todos es que el amor no se acabe, que la historia construida junto a la persona amada no llegue a su fin, que los frutos que ha generado no se desperdicien. Todo el mundo tiene este deseo. Nadie desea un amor a corto plazo o a plazo fijo. Y por eso se sufre mucho cuando los fallos, la negligencia y los pecados humanos arruinan un matrimonio. Pero incluso en medio de la tormenta, Dios ve lo que hay en el corazón", ha asegurado.

Las palabras del Papa Francisco fueron precedidas por un discurso de saludo del cardenal Kevin Farrell, prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida. La familia, dijo el cardenal, es "la confluencia de retos y problemas que en la vida cotidiana de los novios, los cónyuges y los hijos parecen a veces insuperables". Es precisamente esta realidad "la que la Iglesia quiere cuidar, con valentía, misericordia y preocupación maternal", ha concluido.

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