Estamos en un permanente pulso con la vida y dentro de ella con nosotros mismos. Nos podemos abrir o cerrar a la experiencia y ser anodinos o poner en marcha nuestra creatividad, originalidad y descubrir las posibilidades de cambio que la realidad nos ofrece o las cosas nuevas que otras personas nos pueden enseñar.
Nos marcamos metas y objetivos, que a veces conseguimos y otras no, y para ello ponemos en marcha nuestra capacidad para trabajar planificada y ordenadamente y teniendo la habilidad de autocontrolarnos en los momentos difíciles, para lograr la aceptación o el rechazo de los demás.
En ese ganar el pulso del progreso, hemos de vencer viejos tabúes, y abrir nuestros sentidos a un mundo nuevo, siendo comprensivos y tolerantes y no convirtiéndonos en cómplices de ninguna autocracia , sabiendo salir de cualquier agujero en el que nos quieran meter, y calculando bien nuestros pasos para no terminar desbordados por las circunstancias.
Ser reflexivos y serenos, nos hace tomar decisiones sobre seguro y con bastante acierto, sin embargo si variamos bruscamente nuestros planes por las presiones, lo más probable es que nos equivoquemos y no hagamos lo más conveniente.
Ganar el pulso a la vida, es entre otras cosas disfrutar con toda la intensidad posible de las partes más amables de lo que nos rodea. No debemos caer en la tentación de presumir que sabemos más de lo que realmente sabemos, porque terminaremos haciendo el ridículo.
Si queremos ganar la partida hemos de tener un espíritu práctico en nuestras actuaciones y no perdernos en vaguedades y disquisiciones que a nada nos conducen. Mantengamos una actitud prudente y no nos metamos en ningún asunto que no son los nuestros.
No habrá pulso que no ganemos, si creemos en nosotros y no somos parte del problema sino de la solución y no nos inventamos la realidad aunque nos imaginemos como nos gustaría que fuera . De nada vale introducir en una organización nuevas caras, y mantener viejos y viciados comportamientos.
Hay personajes que quieren ganar pulsos inventados, y se emborrachan de delirios de grandeza pero están llenos de complejos y se aburren y cansan a los demás, porque de sus manos nada ocurre. Entre pasiones y opresiones se sienten atrapados o liberados si están dentro o fuera del foco.
Para ganar el pulso hemos de aprender a resolver situaciones con pericia, no dejarnos tomar el pelo por ignorancia o incompetencia, sin precipitaciones y con paciencia si no terminaremos pariendo insolencias y haciendo inconveniencias.
Hemos de saber caernos y aprender a levantarnos, sin bandadas ni desbandadas, estrechando vínculos y desarrollando relaciones positivas que nos enriquezcan personalmente, renaciendo desde las oscuridades, abriendo nuevos caminos, superando tormentos y sufrimientos.
Son nuevos tiempos, y hemos de estar preparados y fuertes para los desafíos que nos deparará el futuro. No dejarnos hipnotizar porque nos miren y presten atención, ni perder el sentido porque nos admiren sino estando atentos para pedir ayuda cuando la necesitemos.
Debemos disfrutar de cada momento de nuestras vidas, será la única manera de que ganemos el pulso, si somos jardines con flores, si reflexionamos y no nos dejamos llevar de la primera impresión, no nos contaminaremos con prejuicios gratuitos.
