Bertolt Brecht nació en una sólida familia burguesa de Augsburgo en 1898 y, desde su infancia, mostró una polifacética inclinación a las artes. Escribía poemas, relatos, canciones, tocaba la guitarra…y a los veinte años compuso su primera pieza teatral, “Baal” y editó su primer poemario, ”Canciones para la guitarra de Bert Brecht y sus amigos”, algunas de las cuales llegó a cantar él mismo en los viejoscabarés de la República de Weimar.
El 28 de Febrero de 1933 se vio obligado a huir de Alemania y su exilio duró hasta la primavera de 1949, fecha en la que regresa para instalarse en Berlín, en donde moriría siete años más tarde. Su acontecer vital está íntimamente ligado a su obra. Alcanzó su mayor reconocimiento gracias a sus piezas teatrales: “Galileo, Galilei”, “Madre Coraje”, “La irresistible ascensión de Arturo Ui”… que se representaron con notable éxito en distintas partes del mundo, si bien su producción lírica no es nada desdeñable, pues sobrepasa los 2.300 poemas.
Y, precisamente, una antología de éstos ve ahora la luz bajo el título de “No pudimos ser amables” (Galaxia Gutenberg. Barcelona). Se trata de una edición bilingüe de José Luis Gómez Toré, quien ha seleccionado y traducido con rigor y esmero esta compilación. En su prefacio, anota: “No sólo el Brecht dramaturgo y teórico ha eclipsado al poeta, sino que la recepción de sus poemas ha estado en buena medida vinculada a un interés más ideológico que literario (…) Brecht es moderno en su dar la espalda a la poesía alemana de su tiempo, en su combate a muerte con el expresionismo”.
Ordenada -con buen criterio- de forma cronológica, se siente la inspiración del escritor alemán a medida que se avanza en la lectura. Su
involuntario exilio le llevó a Dinamarca, Finlandia, Inglaterra, América…y desde esos espacios y desde esas“circunstancias nacieron sus versos tan singularmente rítmicos, tan ocasionales (“Con niebla amarillenta enSouthampton Street/ De pronto un carro de fruta iluminado/ Una golfa arrugada va sacando las bolsas”),o tan directos (“¡En verdad vivo en tiempos sombríos!/ La palabra inocente es insensata ¡Qué clase de tiempos son estos donde/ Una conversación sobre árboles es un delito”).
Varias biografías póstumas aparecidas años atrás, han aportado datos reveladores -y muy dañinos- respecto a las maneras creativas y humanas del autor germano. Cuentan que explotaba a sus colaboradores y queridas para crear sus mejores composiciones. “No se puede ayudar a Brecht sólo un poco, hay que trabajar las 24 horas”, afirmaba Elisabeth Hauptmann, fiel amiga y amante, Mentiroso, traidor, egocéntrico, poco higiénico -Albert Maltz llegó a decir que no era irritante sólo su arrogancia, sino que el mal olor que despedía por no lavarse hacía que trabajar con él fuera extremadamente difícil”-, cobarde, inmoral, paranoico… son algunas de las
perlas que han dedicado algunos de sus estudiosos, como J. Fuegi , J. Willet. o J.Reinelt.
Pero, quedémonos, aquí y ahora,con su buen son, con su quehacer y con su personalísima lírica, hondamente comprometida: “Hijo mío, cuando vi alzada/ Tu mano saludando a Hitler/ No sabía que esas manos/ Quedarían marchitas (…) Una camisa parda te vi llevar/ Y no me opuse a ello./ Porque no sabía lo que hoy sé/ Que era tu mortaja”.