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Provincia de Cádiz

Veinte años del ‘caso Sanlúcar’: “No hemos aprendido nada”

Manuel Ramírez, ‘Cunete’, echa la vista atrás para recordar el intento de soborno que sufrió para impedir la moción de censura contra Agustín Cuevas

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  • Manuel Ramirez, ‘Cunete’, protagonizó titulares tras denunciar un soborno en 1999. -

Manuel Ramírez nombra varias veces a su padre en la conversación. De él heredo su apodo, Cunete, con el que toda España lo conoció hace ya 20 años. Pero lo verdaderamente importante, dice, es que heredó sus valores. “Era tratante y siempre estrechaba la mano cuando cerraba un acuerdo -rememora-, era de palabra”. “Por eso actuaste con honradez”, sugiero. “No, no se trata de honradez, hice lo que debe ser normal, lo que he visto siempre en mi familia”,  responde sin dudarlo. Lo normal, lo que hizo, fue negarse a ser sobornado. 25 millones de pesetas en metálico, otros tantos en letras de cambio, dos billetes de avión con destino a Lisboa, para él y para su esposa, y un contrato municipal de trabajo sobre la mesa. En 1999, por estos días, el entonces concejal popular destapó un escándalo de corrupción política en Sanlúcar, con el intento de compra para que no asistiera al Pleno de la moción de censura que PP y PA habían presentado, que convulsionó la escena política nacional. Hoy todo está olvidado. “¿De qué sirvió aquello, Manuel?”. “De nada, no hemos aprendido nada”, lamenta.

Eran fechas convulsas. El caso de la tránsfuga socialista Susana Bermúdez, en Ceuta, estaba reciente. La diputada, desaparecida durante trece días en agosto de ese mismo año, reaparecía acompañada de dos guardaespaldas del Grupo Independiente Liberal (GIL), para votar a favor de Antonio Sampietro, candidato del partido de Jesús Gil, y darle la Presidencia de la Ciudad Autónoma. Por su parte, la juez Carmen Valcarce acababa de abrir el proceso para poder juzgar a los ex ministros de Interior José Barrionuevo y José Luis Corcuera, al ex secretario de Estado Rafael Vera y otros ocho ex altos cargos por el uso irregular de los fondos reservados. La cercanía de destacados miembros del Gobierno catalán con el financiero Javier de la Rosa puso en la picota la honorabilidad de Jordi Pujol.

Al mismo tiempo, en Sanlúcar, a la salida del campo de fútbol del Picacho, el cuñado del concejal de Hacienda abordaba a Cunete y le invitaba a mantener una reunión con Rafael García Raposo, cita que desencadenó un mes de infarto, de encuentros clandestinos, de llamadas a empresarios, de presiones y nervios, con escenarios como la venta El Pinar o el cámping cercano al establecimiento hostelero. Manuel Ramírez acabó entrevistándose varias veces con García Raposo, el propio Cuevas y el alcalde de Chipiona, Luis Mario Aparcero, de acuerdo a su testimonio, para cerrar la operación con la firme intención “desde el primer minuto” de denunciarlo todo. “¿A quién le contaste primero esto?”. “Al presidente del partido en Sanlúcar”. Pero no se lo creyó. Juan Rodríguez está llamado a ser alcalde de la ciudad. El 5 de octubre había anunciado, junto al líder andalucista Antonio Prats, la moción de censura. Se daba la circunstancia de que en aquella misma semana, Cuevas estaba llamado a declarar por los casos Tartessos y Terán. Tanto Juanito, como se le conocía en los círculos internos del PP, como el entonces secretario general del PP-A Antonio Sanz, solo creen la historia cuando Cunete se presenta con el dinero en metálico. Luego, con mas dinero y el resto de documentos con las firmas de los implicados. Una locura.


“¿Cómo pudieron hacer algo así de manera tan chapucera?”. “No fue una chapuza, simplemente estaban confiados. Lo tenían todo, el poder, la gloria. Se creían impunes”, corrige. La denuncia pública coincidió con el Pleno de la moción de censura y Sanlúcar vivió auténticos momentos de tensión. Cunete reconoció a la prensa durante aquellos días que estuvo preocupado. Y, efectivamente, los medios de comunicación destacaron que se reforzó la seguridad en su vivienda y para su familia. Pero hoy asegura que nunca tuvo miedo. “Solo le tengo miedo a la mentira, con la verdad se va a cualquier sitio”. Y la verdad prevaleció.

Aunque el denominado caso Sanlúcar tardo seis años en juzgarse. Manuel Ramírez fue imputado, acusado por García Raposo de haberse ofrecido para ser sobornado, pero se demostró su inocencia, fue absuelto e indemnizado. La sentencia por delitos de cohecho establecía años de pisión e inhabilitación para empleo o cargo público y multas para Cuevas, García Raposo, Aparcero y los empresarios de la construcción Fernando Moreno Ollero, Fernando Moreno Rodríguez y Manuel Rodríguez Gálvez. “Pero el fallo no fue justo”, dice Cunete. “Con lo que pasó, que Aparcero haya vuelto a la política y sea ahora mismo alcalde de Chipiona no se entiende. No debería poder ser ni presidente de bloque”, remacha.

“Y tú, ¿por qué no seguiste en política?”, pregunto. “No hay sitio para alguien como yo en política”, afirma. Manuel Ramírez no repitió en la lista electoral en las municipales de 2003. Su carrera acabó porque le acusaron de haber pedido el indulto para unos narcotraficantes. “Es mentira”, despacha el asunto cuando se le interroga al respecto, “lo único que hice fue trasladar un escrito que entró por registro en ese sentido a Guardia Civil y Juzgado”. Desde entonces, y tras “el fugaz apoyo” de los líderes nacionales del partido, su vida cambió a peor.

Aquello le afectó seriamente en su trayectoria laboral: “Algunas personas han pensado a ver si este nos va a meter en un lío”. Así que veinte años después, trabaja en todo lo que le sale, camarero, en el campo, como gruísta, en una refinería. Lleva 8 meses sin contrato. Y, como hace 20 años, vive con su suegra. “Pero no me arrepiento”, remarca. A veces, confiesa, repasa la sentencia, pasea por la zona donde estaba el cámping. “El dinero es un problema menos, dormir a pierna suelta, no. Yo quiero dormir sin remordimientos”, agrega.

Actualmente dedica mucho tiempo al fútbol. Un sobrino y su hijo prometen. Solo se refiere a la actualidad para expresar su malestar. “Los EREs, la Gürtel, hasta los mismos sindicalistas se han visto envueltos en escándalos”, exclama, y añade: “Hace falta regeneración y nuevos valores. Nos hemos quedado obsoletos”. Solo una cosa más. “¿Cuánta gente se habrá subido al tren cuando le ofrecieron venderse? ¿Cuánta gente habrá respondido que sí, que vale, cuando el que tiene el dinero le dice como te dijeron a ti, venga, no seas tonto, cógelo?”. Manuel Ramírez guarda silencio y solo acierta a decir “a saber”. 

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