A los locos nos vuelve más locos escuchar los comentarios que se hacen en la calle sobre cosas que pasan en La Isla. He aprovechado el permiso que me han dado en el manicomio para poner el oído en modo atento. Y al pasar por la Plaza del Rey he visto que están levantando allí una cosa muy rara de gran altura y con muchos palos metálicos. Por lo visto, resulta que, según la prensa que puntualmente llega aquí, a eso le quieren llamar Pabellón de la sal. Y parece que va a servir para celebrar el III Festival de Cultura Urbana, que está organizado por el Ministerio de Vivienda y Agenda Urbana para promover la innovación y experimentación en la arquitectura a través de la construcción de un pabellón temporal en diferentes ciudades de la geografía española. La Isla coge el testigo de Vigo y se ha puesto a la faena. Se comprende que en la Moncloa no tienen otra cosa en que pensar con la que está cayendo.
No se puede usted hacer una idea de los comentarios que he podido escuchar en la calle sobre el tema, unos disparatados y los otros también. Unos dicen que se quiere competir con Maduro para adelantar la Navidad y por eso ya han comenzado con tiempo a colocar el árbol. No sé si también se repartirán bolsas de comida como quiere hacer el del chándal. No me extrañaría, porque aquí de lo que se trata es de sacar votos y eso se hace agarrando al personal por el estómago. Otros dicen que ese artefacto es para que en enero los Reyes Magos tiren más cómodamente los caramelos desde la altura. Otros afirman que eso está pensado para poner palcos de elevada categoría en la semana santa, desde los que se podrá tener una vista privilegiada. Otros aseguran que, hartitos ya de ver monjas macabras y zombis corriendo con las motosierras, el Ayuntamiento ha calculado que el asunto le vendrá de perlas para celebrar el bodrio de Halloween y que eso puede servir como cueva del terror donde asustar a los cañaíllas, a sabiendas de que aquí lo que causa verdadero pánico son las subidas del IBI, del alcantarillado… Otros barajan en su mente que eso es una especie de pajarera para meter a las miles de palomas que asaltan las mesas del 44 para comerse los churros. Incluso hay quien calcula que aquello es para montar el tren de los escobazos y que los niños no tengan que ir en la feria a montarse al quinto pino.
Total, estos señores de la idea afirman que la tecnología La sal se basa en tres materiales con gran arraigo en lo local: sal, madera y acero. Y los locos nos quedamos con los ojos desencajados y con la boquita abierta de par en par para ver si conseguimos localizar este trío circulando por La Isla.
Bueno, pues resulta que, quitando la que hay en los saleros del manicomio y en la Salina San Vicente, la sal brilla aquí por su ausencia. Eso era antes, ya no. Para ver pirámides hay que irse a Egipto, al Puerto de Santa María o a Chiclana. También resulta que la madera, quitando la de los andamios y la de los palillos de dientes de los miles de bares cañaíllas, no las vemos aquí ni por asomo. Y por fin resulta que el acero, quitando cuatro barandillas sueltas por la calle Real, lo demás no es de acero, sino de tubos oxidados.
En fin, lo dicho, que no entendemos nada. Será porque estamos locos y no alcanzamos a comprender los pensamientos de los cuerdos, pero nos parece que están bastante aburridos.