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Sin despedidas

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A veces los finales que nos acompañan en nuestra vida se presentan de manera sorpresiva, sin tiempo de hacernos a la idea. Un despido, una ruptura de pareja, una pérdida de cualquier tipo, una muerte, a menudo se presentan así, de bruces, como un fogonazo ante nuestros ojos, cuyos efectos nos acompañan, según la intensidad, a veces toda la vida. La más traumática de las despedidas es, qué duda cabe, la que no se produce, la que nos deja el vacío de aquello que se podía haber dicho o hecho, o peor, el regusto amargo de lo dicho o hecho sin pensar a medio plazo, sólo por el placer momentáneo y fútil de hacer daño al otro, sin pensar en un futuro que ya no se producirá en el que pedir perdón, buscar una excusa, salir airoso.

Sin embargo, otras despedidas se perciben, si no de manera dulce, porque casi siempre tendemos a acomodarnos y hacer nuestro el espacio que ocupamos, y no suele gustarnos poner fin a las cosas, como una evolución, un paso más, una necesidad, o incluso una imposición o una elección necesaria.

 
Uno de ellos es el caso de éste que será mi último espacio con ustedes. Un espacio lleno de sines, espero que no marcado necesariamente por mis carencias, que también puede ser, en un intento de dar unidad a un artículo, un privilegio para mí, que me ha acompañado por espacio de más de un centenar de semanas y más de dos años de mi vida. Sin color, amor, sentido, privilegios, imagen, desperdicio, vergüenza, fe, paciencia, luces, miedo,… Sin ideas, Pepa, confusión, debate, dignidad, doblez, Sin tres, sin música, sin compromiso, gripe, ganas, flores, fiesta…
Ha sido un verdadero privilegio, insisto, y a menudo un ejercicio de catarsis, compartir estas líneas  en Viva Jerez, y confidencias, comentarios y gustos y disgustos por ahí, en nuestros encuentros. Cuando la flamante nueva directora, Eva Nicasio, me propuso en el otoño de 2006 esta pequeña tribuna desconocía dónde nos llevaría este camino que termina sólo de manera transitoria aquí, porque nos seguiremos encontrando. Es como de mentirijillas, una despedida sin, con truco.

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