Dicen que el tiempo lo cura todo, que el tiempo será el que nos juzgue y nos coloque a cada uno en su sitio. Dicen del tiempo tantas cosas, que perfectamente podría ser el verdadero y único maestro de todo ser humano, de todo ser vivo en general.
No sé si este maestro anónimo nos podrá enseñar cualquier materia, o específicamente, lo que sí es cierto que de él se absorbe conocimiento, sí o sí. A ciencia cierta, nos podrá atizar en la cara por no estar atentos, no obstante, luego cada uno es juez de sus actos.
Una persona puede moverse por mundos de asociaciones, el tiempo te da el inicio, la primera toma de contacto, te da el poder, las dificultades y las actividades. Con ello llegan las lecciones… Con el conocimiento cada uno hace lo que cree conveniente, eso será así por los siglos hasta que te mueras.
Una vez, me di de cara con una persona que me preguntaba mucho por mis gustos, y la verdad, coincidíamos en gran parte. Era curioso, que alguien tan extraño como yo, encontrara pareja en aficiones.
Durante mis 24 años de lecciones, este me ha puesto por el camino ejercicios de compaginación. Puesto que en mi amplio abanico de gustos y saberes, tengo compañía específica para cada rama, que rara vez se mezclan. Ergo, tengo que aprender a no perder ninguna compañía para no verme solo.
Volviendo al asunto de la nueva amistad, ese joven, aún inexperto quería divagar por casi las mismas ramas. Fantaseaba más que yo, que ya es decir, quería hacer tantas cosas, pero le faltaba esa chispa de iniciativa. Prometía cosas que, a lo mejor, no podía hacer… Tantas cosas, que yo le admiraba en cierta manera.
A decir verdad, ese chaval que tanto charloteaba, me dio pena. Llevaba una armadura blanda y bonita, impoluta por los palos que el tiempo te da para que aprendas. Intenté ponerle la mano en su hombro, no pude. Era un recuerdo de mí en el pasado. Un reflejo de lo que fui y nunca más seré.
El tiempo, gran profesor, nos da lecciones que nos llegan profundamente. Latigazos que forman cicatrices que jamás desaparecerán, temarios de un ciclo finito que nos acompañará por siempre.
Seguro que si algunos dirigentes se miraran cara a cara con su yo anterior, se darían cuenta de los ingenuos e inocentes que eran, y se verían en los malhechores que se han convertido… Porque han deseado ese sino.
El tiempo da, te ofrece su sabiduría, jamás obliga. Tú tienes en tu mano el deber de hacer y deshacer con esta fuente lo que te dé la gana. Podrás tomar el camino que tu corazón, o mente, desee… Si te pudres es porque tú así lo has deseado.
Hoy en día me puedo mirar en el reflejo, más o menos, dignamente. Me mantengo en la línea que deseo y deseaba de joven. Tal vez no haya recorrido aquello que fantaseaba, no me han dejado. Lo que no me podrán negar es el no haber luchado, siempre legal y sincero.
Ahora bien, aquellos que llegaron y gobernaron… ¿Podrán decir lo mismo? No se sabe, si hablarían ellos o los vientres agradecidos… El tiempo dirá…