Es sabido, no por todos los porteños o portuenses, la gran relación que existió entre la ciudad y el descubrimiento de América. Cristóbal Colón estuvo visitando y viviendo en la ciudad durante algunos periodos de su vida. Se sabe que estuvo en el castillo de San Marcos y en algunos puntos de la ciudad.
En aquella época el río no estaba encajonado en hormigón sino que discurría suelto y creaba una especie de playas a cada una de sus orillas. Las mismas estaban jalonadas de embarcaciones de todo tipo, además de carpinteros de ribera que eran los encargados de la fabricación y reparación de embarcaciones.
A parte de todo esto, la ciudad estaba llena de hombres del mar, de intrépidos marinos que frecuentemente realizaban incursiones en el norte de África y estaban acostumbrados a encontrarse cualquier tipo de extraño y raro animal.
Esto hacía que la población dedicada al trabajo en la mar fuera densa y además de ello experimentada. A día de hoy, pocas cosas podemos encontrar en la ciudad que recuerde tan famosa gesta del insigne marino.
La plaza Colón, una pequeña exposición permanente en el Edificio Alfonso X El Sabio y los restos de la maravillosa copia de la carabela La Niña, son de las pocas cosas relacionadas con el descubrimiento del continente americano que podemos encontrar en la población.
La plaza necesita una gran remodelación ya que por su localización es uno de los puntos más transitado por vecinos y visitantes, al igual que la réplica la embarcación que se encuentra casi en estado de abandono en medio de la antigua nacional IV.
En la ciudad existen multitud de edificios que muestran el esplendor que tuvo la ciudad en aquella época en la cual la ciudad se denominaba como " la ciudad de los cien Palacios". Alguno de ellos debería de tener el honor de ser el que albergara un museo que recogiese todo tipo de cosas relacionadas con el Nuevo Mundo.
El mismo debería de contar con una de las maravillosas y olvidadas torres vigías para que aparte de la visita al museo se pudiera desarrollar una actividad para el goce de la vista y de los sentidos como es la admiración de la ciudad desde un punto elevado de la misma, intentando darle un uso lo más parecido al que tenían en la antigüedad.