Tanto la producción como el precio de la cosecha registran bajadas del 50%
La campaña de girasol está resultando un auténtico fiasco para los agricultores de la comarca, que habían depositado muchas esperanzas en este cultivo después de que el año pasado recuperase niveles propios de ejercicios anteriores.
En principio, la Consejería de Agricultura y Pesca de la Junta de Andalucía estimó una cosecha de 75.000 toneladas en el conjunto de la provincia. Sin embargo, desde COAG advierten de que “difícilmente” se alcanzará la cifra de 66.000 toneladas, lo que equivaldría a un rendimiento aproximado de 1.000 kilos por hectárea, justo la mitad del obtenido la pasada campaña. Ese menor rendimiento es consecuencia directa de la meteorología -con lluvias bastante tardías-, pero también del endurecimiento de las condiciones de compra del fruto.
En este sentido, conviene destacar que los compradores admitían el año pasado hasta 9 grados de humedad, frente a los 7 de la presente campaña. Esta circunstancia hace que muchos agricultores no encuentren salida a buena parte de su producción.
A ese menor rendimiento de las explotaciones se ha unido un drástico descenso de los precios. El kilo de girasol de alto contenido oleico ha pasado en un año de 87 a 47 pesetas. Para Ángel Ruano, de la organización agraria COAG, este descenso del precio es consecuencia directa de la falta de competencia en el sector, ya que todo el mercado se encuentra en manos de un comprador, que aprovecha esta circunstancia para endurecer las condiciones de compra del girasol.
Las cuentas, por tanto, parecen bastante claras. Mientras los agricultores de la provincia obtuvieron el año pasado unos 69 millones de euros por el conjunto de la cosecha, el descenso de la producción y la caída de precios provocan que esa cifra pueda situarse en esta ocasión en el entorno de los 20 millones de euros.
Por si fuera poco, en esta ocasión ni siquiera se han ofrecido anticipos a los agricultores, algo que venía siendo habitual en los últimos años.
Ángel Ruano lamenta que los profesionales del campo sean literalmente “machacados” con bajadas de precio que posteriormente no tienen repercusión en la cesta de la compra de los consumidores. Según la organización agraria COAG, los intermediarios tratan de beneficiarse de la situación generalizada de crisis, lo que les lleva a bajar los precios y a endurecer las condiciones de compra de las cosechas.
La campaña de recogida del girasol se encuentra ya en su fase definitiva, estando previsto que concluya a lo largo de la primera semana del próximo mes de septiembre. A partir de ahí deberán despejarse las incertidumbres creadas a lo largo de estos últimos meses, sobre todo después de que muchos agricultores apostaran por el girasol en vista de que otros cultivos resultaban aún menos rentables.
La experiencia negativa de esta campaña va a provocar en no pocos casos el abandono de un cultivo que hasta hace unos pocos meses se creía rentable. De hecho, algunos agricultores han optado por almacenar sus cosechas a la espera de que el precio pueda experimentar una subida en los próximos meses.