Aunque la gran mayoría de los ciudadanos de Chiclana pase de puntillas la jornada del martes, un chiclanero celebrará un acontecimiento histórico. Y es que precisamente un 22 de septiembre de 1909 nació Francisco Aragón Gómez que, acompañado de sus hijos José, Francisco y María, nos cuenta sus experiencias durante este siglo que acaba de cumplir.
Francisco Aragón se crió en Campano, donde su padre trabajaba como guarda de las tierras de los marqueses. Desde pequeño, Francisco comenzó a trabajar en dos de los oficios más duros de aquella época, el campo y las salinas, donde se encargada de extraer la sal con los métodos más tradicionales. “Fueron años muy duros, porque empezaba muy temprano y hasta las seis de la tarde no finalizaba mi jornada. Así, trabajaba donde buenamente podía”, relata este vecino de Chiclana, que en la actualidad vive con su hija María.
Sin embargo, a pesar de la dureza del trabajo en el campo y las salinas, uno de los peores momentos de la vida de Francisco, sin duda, se desarrolló entre los años 1936 y 1939, momento en el que tuvo que combatir en la Guerra Civil como cabo del bando nacional. “Estuve más de dos años en Córdoba durmiendo en tiendas de campaña llenas de piojos y mojándome cuando llovía. Sólo estaba acompañado de cinco soldados, que se convirtieron en mis únicos apoyos durante ese tiempo”, comenta Francisco, que posteriormente estuvo ingresado en tres hospitales (en concreto, en los de Espiel, Córdoba y Osuna). Finalmente, tras la contienda, fue trasladado hasta el cuartel del Cádiz, donde se licenció. “Tras lo que pasé durante ese tiempo, no quiero saber nada de guerras, porque se pasa mucha hambre y miseria”, aclara Francisco, que apaga la televisión cada vez que aparece una noticia relacionada con algún conflicto bélico.
Vida en Chiclana
Ya en 1941, este chiclanero se casó con María Antonia y se trasladó a vivir a la calle Hormaza, antes de cambiar de domicilio y asentarse definitivamente en la calle Francisco Hernando. Posteriormente, volvió a trabajar en el campo y las salinas, lugar en el que pasó la mayor parte de su vida profesional, hasta que a los 50 años inició su trabajo como albañil, un empleo que mantuvo hasta su jubilación. “Además de extraer la sal, también trabajé en el campo, sobre todo, en la viña”.
Y precisamente, recogiendo la uva rey en la zona de La Banda, Francisco Aragón vivió uno de los acontecimientos más tristes y, a la vez, destacados de la historia de Chiclana, la riada del 19 de octubre de 1965. “La riada se produjo al mediodía y no pude llegar a mi casa hasta las ocho de la tarde”. Afortunadamente, su vivienda no sufrió los daños de las inundaciones, pero cientos de vecinos perdieron todo lo que tenían. “Esa noche acogimos en nuestra casa a una familia de El Pilar y al siguiente día no se podía ir a ningún lado, y todos nos volcamos en ayudar a los afectados”, manifiesta.
Ya en 1974, Francisco se jubiló y abandonó los duros trabajos del campo, las salinas y la albañilería. Hasta el año 2000 disfrutó de la compañía de su mujer María Antonia, que falleció a los 89 años de edad. Ahora disfruta de la vida en la barriada de Fuente Amarga. Así, por las mañanas pasea por el parque de Las Palmeras, mientras que por la tarde se sienta en su sillón y contempla la televisión, hasta que pasadas las once de la noche se acuesta. Así un día tras otro. “El mejor momento lo vivo ahora”, reitera.