El tiempo en: Almuñécar

Chiclana

Y el alcalde visitando comercios a los que la gente ya no puede ir a comprar

La pandemia deja constancia de que los municipios que dependen de un monocultivo como Chiclana son los que más sufren la falta de alternativas.

Publicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad AiPublicidad Ai
  • José María Román.

La ex concejala de Izquierda Unida, Ana Rodríguez, le puso el acento sobre las íes al Gobierno del Partido Popular de Ernesto Marín sobre los peligros de depender de un único sector como locomotora económica de un municipio.

La ex de IU -partido ahora socio de gobierno del PSOE y cuyo secretario general viene diciendo que no se puede vivir en un país de bares y restaurantes- defendía potenciar otros sectores como el primario o el secundario porque Chiclana no puede depender casi en su totalidad de los turistas que cada vez gastan menos.

No es que no exista el sector primario y secundario en Chiclana. Rodríguez hablaba de potenciarlos por si algún día, como ha ocurrido, los turistas no pueden gastarse el dinero en Chiclana o simplemente no pueden venir. Por una pandemia, por ejemplo.


Es evidente que lo ocurrido este año son causas sobrevenidas con las que nadie contaba -y con las que hay que empezar a contar- pero han dejado claro que el sector servicios es un gigante con los pies de barro y que los monocultivos son bombas de relojería que explotan cuando menos se espera.

O sea, que Ana Rodríguez tenía razón, Izquierda Unida tiene razón y cualquiera con visión de futuro puede darse cuenta de que Chiclana puede presumir en la abundancia cuando la hay, pero sufrir la escasez cuando llega mucho más que las demás ciudades.

A ese riesgo que se ha demostrado extremo -nunca se sabrá cuántas muertes ha costado “salvar el verano” o “salvar la Navidad”- se une la precariedad del sector, los tipos de contratos basura que se manejan, otras cosas peores que pasan y que los políticos tapan mostrando los números del paro, pero no las condiciones de los empleados temporales.

Y a todo esto, ¿han visto a algún político decir que hay que apostar por otro modelo productivo una vez que se ha visto que un país de camareros se puede ir a pique en tres meses si no tiene como colchón otros sectores económicos más fiables?

No. En Chiclana mismo siguen con su apuesta por la costa y las visitas del alcalde, José María Román, a los comercios que abren o se inventan una nueva tarta, con sus fotógrafos detrás y el futuro pendiente de un hilo.

Datos del paro.

En datos

Desde diciembre de 2019 hasta diciembre de 2020 los datos reflejan que la cifra de desempleados en Chiclana ha crecido en 2.717 personas. En el último mes de 2019 se contabilizan en la localidad 10.443 desempleados y un año más tarde asciende a 13.160.

Hasta en cinco meses del año 2019 la cifra de personas en las listas del SAE en Chiclana estuvo por debajo de la barrera de los 10.000 desempleados, coincidiendo con la temporada de verano y, por ende, la mejor época en cuanto a empleo se refiere para una localidad. Los datos fueron por aquel entonces 9.993 en mayo; 9,667 en junio; 9.097 en julio; 9.163 en agosto y 9.770 en octubre.

A lo largo de este 2020 ni por asomo se ha acercado el municipio a esas cifras, ni tan siquiera en la temporada de verano donde se abrió la baraja y, bastante, con las restricciones de la pandemia, sobre todo en los meses de junio, julio y agosto. Pese a ello, el desempleo en Chiclana se mantuvo en dígitos bastante elevados, puesto que en esos tres meses el número de parados fue de 12.294 en junio, 11.424 en julio, que fue el mejor de los tres meses y 11.538 durante el mes de agosto.

Tras el verano y con la llegada de septiembre, cuando la inmensa mayoría de los hoteles de la costa ya había cerrado sus puertas, el crecimiendo del desempleo se ha vuelto a acelerar, como lo demuestra el hecho de que en dicho mes de septiembre hubiese 12.180 desempleados, pasándose en octubre a 12.710, en noviembre a 13.021 y el último dato conocido, el de diciembre, refleja 13.160 personas desempleadas.  

Esas más de 2.700 personas que sobrepasan las cifras habituales merecen algo más que una política de postureo.

 

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN