Quizás estemos viviendo las personas uno de los momentos de mayor subyugación social, que no escapa al sometimiento violento. Los escraches comienzan a verse con los ojos de la normalidad. Rodeados de decretos leyes y un intervencionismo desmesurado de los poderes políticos en todas las facetas de la vida de los ciudadanos, la libertad de expresarse mediante la palabra o la escritura comienza a estar tan cercenada como el césped de los estadios, siempre sometidos, al menor crecimiento, a la máquina y su poder recortador.
Cuando se hiere - me estoy refiriendo a la palabra - a un intelectual, te enfrentas al hecho de que él te exigirá diálogo y puede ser que te encuentres desnudo de argumentos. Cuando se hiere a un mediocre, ponte en alerta, porque venganza y odio comenzarán a cercarte y las empalizadas que te pongan, difícilmente podrás saltarlas
Los gobiernos que quieren demostrar su valía bajo el imperio de su poder legislativo, en realidad están dejando entrever su debilidad y ya sabemos la tendencia de esta última hacia la tiranía dictatorial. Aquel "venceréis, pero no convenceréis" siempre encuentra argumentos para no perder vigencia. Las leyes nacen para ejecutarlas y obedecerlas y mueren cuando su inutilidad se descubre. Saber administrar se ha puesto tan difícil como saber pensar. Y seguimos administrando y pensando sin aprendizaje previo y eso es peligroso.
Nunca se había hablado tanto de bienestar como hasta ahora y jamás se había utilizado tanto la palabra amor. Tenemos tal cuantía del mismo, que hemos podido extenderlo hasta los animales, equiparándolos a nuestros familiares más íntimos. Gracias a Dios estos últimos carecen de la reflexión propia de los humanos, si no, ya hubiesen echado mano del refranero para indicar que "cuando la limosna es muy grande, hasta el santo desconfía".
No se es buen galeno, hasta que se conoce no solo las causas y síntomas de una enfermedad, sino sus complicaciones y se han vivido y superado. El amor vive en un alegre caserío de amplio portal y señeros ventanales que le dan alegría y luz, pero cuando por sus puertas entra la miseria, su más severa complicación, enseguida salta por uno cualquiera de sus huecos, sin ánimo de regresar. El humor se hace tristeza y la penuria, enfrentamiento y discusión. Los que tienen - y pueden - resolver esta complicación tan severa, si no saben, lo que hacen es alumbrar calles y plazas para querer inútilmente que esa luz artificial sustituya a la natural, única capaz de revitalizar al caído en la mendicidad.
Nos estamos - y nos están - acostumbrando a las migajas, paro, ingreso mínimo vital, subvenciones a jóvenes, estudiantes, gratuidad viajera en los medios de cercanías cortas distancias, protección a la ocupación frente al derecho a la propiedad etc. etc. y nos hemos adaptado a la espera en las largas "colas del hambre". Soportamos los extensos periodos de campaña preelectoral, saturados de promesas, decretos y leyes que satisfagan a la clientela particular del mandatario de turno y las clases más desfavorecidas - y que continuarán siéndolo - sienten el regocijo de la acumulación de impuestos y dificultades a los considerados "clases medias" o más o menos ricos, mientras comienza a escasear alarmantemente las provisiones en "esos lugares" donde al menos se encontraba algo que comer.
Se va a recaudar en el bienio 2023/24, con este impuesto que he citado unos 1.500 millones de euros. Hay en España unos 9,2 millones de perros registrados. Es posible que la cuantía de los que no lo están sea bastante alta. El coste anual para las familias es de unos 105 euros mensuales. Si hacemos las cuentas la cifra es decenas de miles de millones anuales. No somos tan pobres, pero ¿estamos bien administrados o administrándonos?
Cuántas instituciones, que estuvieran mejor regidas económicamente, cuanto utensilio de ocio o deporte, repetidos en unidades y abandonados posteriormente en gran parte; cuánto alimento despreciado y perdido por mor de una absurda gula; cuántas subvenciones innecesarias o de posible recorte en sus aspiraciones; cuántos proyectos llevados a cabo, que luego han resultado ser ineficaces, en fin; cuánta moneda transformada en lodo, ni siquiera en estiércol, que podría suplir a tanto impuesto, cuyas consecuencias, no bien analizadas, el tiempo indicará su verdadera evaluación.
Todo ello lo he recordado con el ánimo de que pensar y aprender vayan siempre unidos -nunca separados y menos aún aislados - como única forma de acabar con la subyugación o límites a la libertad, para que florezca una sociedad de amplios pétalos y desprovista de espinas que no nos haga sentir miedo.