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Desde la Bahía

Se necesita un cerrajero

No estamos en época de gran admiración al saber y no son abundantes los verdaderos expertos

El vientre materno es nuestra primera vivienda alquilada, sin notario, ni contrato de por medio y con el recelo o temor, de poder ser desalojado por la propietaria del edificio, amparada por una ley con visos de antinatural y sin tener que recurrir a letrados, ni a consejos de familiares o amigos. Pero debe de conocerse que, desde el vientre materno, ya somos capaces de percibir los estímulos que llegan desde el exterior.  Como es fácil de comprender, a partir del nacimiento, vamos creciendo en esta capacidad de percepción y la necesidad de comprender hace cada vez mayor el campo de las preguntas y el cuestionarse todo tipo de hechos. El aprendizaje no tiene límites. Tampoco deben tenerlos nuestros maestros, ni la familia, siempre tendente a confiar en lo que se expone en las aulas y su indiferencia o falta de inercia, tan frecuente, la ha llevado a que la enseñanza de sus hijos quede totalmente contrapuesta, en ocasiones, a sus pensamientos, sus creencias y sus valores.
No estamos en época de gran admiración al saber y no son abundantes los verdaderos expertos. Pero todo el mundo se considera alambique de laboratorio, cuando la mayor parte nunca pasaran de ser matraz, incapaz de destilar un líquido noble y útil. Nos estamos quedando sin espectadores, solo somos esa masa indiferente, que encoge sus hombros y amordaza sus cuerdas vocales. Los que están fuera de ella todos, sin excepción, se ven con capacidad ¿ilusoria?, de poder afrontar y llevar las riendas del caballo de la nación. Su laboratorio de experimentación es el suelo hispano. Es entonces cuando aparecen hipótesis descabelladas y equivocaciones nefastas, con efectos secundarios, al igual que los fármacos, a veces carentes de reversibilidad.  para las que no está protegida la sociedad civil.
Un 27 de octubre de 1807 se firmó un tratado en la ciudad francesa de Fontainebleau. Nos uníamos en él, a Francia, para la invasión militar de Portugal. El 17 de Marzo de 1808, tiene lugar el Motín de Aranjuez y un día después hace su entrada en la “capital” un Rey triunfante, tras haber abdicado, el padre a su favor. El error fue imperdonable. Obligados a acudir a Bayona por el Emperador francés, todo acabó en el dominio militar de la nación por el/los generales franceses y la abdicación de la monarquía a manos del hermano del  “genio militar” del país vecino. Cuando todo parecía perdido y en manos de la dominación francesa un “cerrajero” lanzó el grito ¡que “se nos llevan al Infante”. La agudeza del timbre de esa voz, fue la espina irritativa, que despertó en la sociedad - me gusta más este término que el de “pueblo”, porque los que cometieron los enormes errores, también lo eran - la necesidad imperiosa de defenderse, ante el acoso y desprecio galo. No fue fácil, ni gratis nuestra defensa y el arte del pintor dejo clara huella de ello, en Los fusilamientos del dos de mayo y en La carga de los mamelucos. Los efectos secundarios de aquellos errores una terrible y alargada guerra. Los tiempos nunca son idénticos, considerarlos así, es el mayor fallo de los historiadores y muy propio de memorias fanáticas, resentidas o detractoras. España es desde 1978 un país constitucional con un monarca impecable y forma parte de la Unión Europea. La Transición fue posible aunque no tan excepcional como a veces queremos relatarla. La nación encuentra una nueva vida, pero hay una patología tumoral y metastásica. Surge el daño desde dentro, es autoinmune y preferiría que no fuera genético, aunque tiene ese aroma. En regiones alentadas por gobiernos de escasa valía, comienza a engendrarse nuevamente y cada vez con mayor fuerza y participación ciudadana, la idea de la disgregación del país y la declaración oficial o no, del carácter de enemigos de España. No les basta las enormes dadivas dadas a su autonomía y un uno de octubre hay proclamaciones de independencia y celebración de referéndum. Se desatan los primeros recursos legales para frenar esta actitud. Un nuevo fontainebleau aparece por las tierras que diariamente debemos elaborar, en vez de pisar. Un gobierno de coalición -como el firmado con el general francés contra Portugal - con un opaco fondo de soberbia y apego al cargo, se lleva a cabo entre el partido más votado y los socios o coaligados que precisa aquel, para conseguir mayoría absoluta. Se siente el “frotar de manos” de júbilo - como lo hicieron los franceses en Bayona - entre los separatistas y los enemigos - así se muestran - de nuestra querida España y las descabelladas ideas y las nefastas equivocaciones - como las ocurridas en los tiempos de 1808 - comienzan a sucederse y llegan en la actualidad a límites que parecen inadmisibles - como ocurrió al darle el poder al hermano del emperador -. Decretos inverosímiles, exhumaciones absurdas, que avivan las cenizas de aquel fuego ingrato, leyes de redacción errónea, cuando no ignorante, escaso aprecio a la vida embrionaria. Desprecio del idioma, tergiversación histórica, intromisión en el poder judicial. Falsa pacificación, basada en todo tipo de concesiones, de las regiones que solo piensan en su independencia y la fragmentación del Estado y se engolan pregonando que la estabilidad del país es posible gracias a ellos, la corrección de condena por la ley del sí es sí y un largo etc. - que recuerda todo lo que la concesión de Bayona trajo consigo-. La desconfianza está alcanzando grados nunca sentidos y el parlamento se ha transformado en un ring desaforado y sin árbitro, donde todos compiten por imponer sus gritos y su violencia verbal. España necesita nuevamente un cerrajero, pero no se vislumbra nadie de ese oficio, capaz de gritar: ¡Que nos destrozan el país¡ Solo la sociedad civil con su voto podrá serlo. Al habitáculo de su cerrada cueva le llegan al feto estos rumores.  Y al ciudadano de a pie el temor a los efectos secundarios.         

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