No había prensa para informar del suceso. Si había espíritu en los cielos. Hace 4.500 millones de años o bien la tierra iba mal conducida o algún extraño se desvió de su carril en la carretera del espacio y vino a colisionar con ella. La magnitud de los escombros y residuos resultantes de la coalición nos pueden resultar inimaginables. En la actualidad se buscaría un vertedero espacial donde tirar tanto despojo inservible y pediríamos al global de los continentes, ayuda económica para reconstruir el hueco que el golpe originó. Pero en el espacio aunque se dice que hay un “vacío”, se piensa y razona mas que en este mundo actual, con gobiernos en los que el vacío es neuronal. Como resultado de todo ello, se formó el “quinto satélite natural” del sistema solar: La luna.
Durante enorme tiempo ha sido la luna satélite misterioso y fuente de inspiración poética continuada. Pero un día el pie humano se posó en su superficie diluyendo el encanto. A partir de ahí se creyó que lo único que este satélite nos ofrecía era su luz, bien fuera de plenilunio, novilunio, cuarto creciente o cuarto menguante.
La tierra es una esfera algo achatada como la dibuja un párvulo en el encerado y esta girando alrededor del sol, en su órbita, por el espacio. Un 75 por ciento es agua y llama la atención que este líquido no se desparrame, ya que aunque siempre miramos hacia arriba buscando el cielo, no tenemos, ni arriba, ni abajo, ni suelo, ni techo. Preguntarse cómo es posible esto es lo mínimo que el ser humano debe exigir a la curiosidad.
Hay que sentarse a tomar un buen pescado en unión con queridos amigos en la Casería de Osio,para observar, como un día, puede llegar con la mano al agua de la Bahía y observar sus numerosos peces y otros solo ves suelo marino cenagoso y sapina. Es que el agua se desplaza, son las mareas. Van desde la pleamar o subida, a la bajamar. Ahora nos interesa saber quien mantiene esta movilidad y nos informamos que los responsables, los que influyen para el ritmo continuado de estas mareas, son la leyes de atracción del universo (Newton), la fuerza centrífuga de la tierra y sobre todo gracias a las fuerzas gravitatorias del sol y sobre todo la luna. A mayor cercanía pleamar, a la situación mas alejada, bajamar. Influencias naturales, sabias y transparentes hacen posibles estas mareas que siempre muestran su rostro, plácido o agresivo, pero siempre sin echar mano a Jano, el dios de las dos caras, que hoy tanto se lleva.
En el siglo XXI, las mareas son distintas. Importan poco las del mar. Lo importante son las que los gobiernan crean, para desacreditarse entre ellos. Así esta pasando con la “marea blanca” una causa inicial noble, que la medicina precisa, porque el objeto sobre el que desarrolla su estudio y experiencia, es no más, que el cuerpo humano, lo mas querido por las personas y su instinto de conservación. Pero esto se olvida sobre todo en tiempo preelectorales y ya no es lo importante o preciso, la finalidad, sino los medios, para conseguir desbancar al contrario de su poltrona, lo haga bien o mal. Las manifestaciones se llenan de banderas de color rojizo, abundan los sindicalistas afines, los radicales sin ningún gesto constructivo, porque su dominio es la destrucción a cualquier precio y los políticos en su afán de mayoría de votos.
Nadie se ha parado a pensar que la jornada laboral de los médicos es de siete horas, es decir, de 420 minutos diarios. Si cada paciente para ser aceptablemente atendido atendido precisa unos veinte minutos basta dividir para saber el máximo número de paciente que deben ver al día y tendremos el número exacto de los que pueden ser acogidos diariamente. Es preciso que la remuneración de estos profesionales se iguale a nivel nacional. No debían de ser las guardias las que determinen unos mejores emolumentos y estos deben de ser proporcionales a la calidad de su profesión, al riesgo y al esfuerzo de una formación continuada, porque la medicina actual, está en tan total avance que un libro de dos años antes, ya queda obsoleto en bastantes de sus capítulos. Es importante reciclar, pero no con sueldos de miseria, si se está exento de guardias. Para esta simpleza de argumentos no es preciso ir contra ningún mandatario y utilizar frases y gritos malsonantes, cuando no intimidadores o propios del odio. Cuando a alguien se le señala como asesino, hay que mostrar el delito. Hay demasiadas mareas en la actualidad política española y todas ellas, señaladas por los ideales específicos de cada grupo y los plazos electorales. No estaría mal que todos los partidos, se dieran un paseo por las páginas de los libros que muestran la lealtad sin medida, ni señal radical, de las mareas lunares.