Flamenco y religión en Cuaresma

Publicado: 05/03/2023
Autor

José Chamorro López

José Chamorro López es un médico especialista en Medicina Interna radicado en San Fernando

Desde la Bahía

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El estremecimiento de la tragedia que se avecina, comienza a dar sus primeras vibraciones
El Carnaval ha cerrado sus puertas, al menos en mi ciudad. La plaza del Ayuntamiento ya no se sabe cómo nominarla, ni tampoco como darle un aire de mayor intimidad, de mayor apego, que es la forma del amor más consolidada y perenne, porque su desnudez actual, con testigos de “farolas” ya oxidadas, casi antes de nacer,  la hacen más propia de aglomeraciones tumultuarias, que de icono de un pueblo que no olvida el encanto de sus “pirámides” de sal, la belleza de sus playas o la caricia de los caños a los muros de un puente, baluarte de nuestra independencia y nuestra capacidad de resistir y defender. La voz de San Fernando es la prudente voz de la libertad y su canción, frente al seudoprogresismo musical arrasante, nunca se apartará de arte jondo y flamenco.

La Cuaresma se adentra en la vida de la ínsula. El estremecimiento de la tragedia que se avecina, comienza a dar sus primeras vibraciones. El “aliento cofrade” se esparce por templos, calles y plazas. El músculo del cargador se nutre y fortalece con la especial “proteína de la fe” y la creación más grandiosa de la música española que se dice ejecutaban los “marranos” (judíos españoles), con la influencia de raíces árabes y de misioneros cristianos, ha acabado convirtiéndose en la más sublime oración, “la saeta”.  Flamenco y religiosidad se fusionan en un abrazo cristiano y el pueblo aparece, quizás sin serlo, como una marea de olas creyentes, durante al menos una semana. Luego los templos sufren un vacío existencial.

El almanaque saturado de celebraciones, ya prácticamente no tiene espacio para más efemérides, pero la Unesco encontró hueco en el 16 de noviembre y a partir del año 2010 , para la celebración del Día del Flamenco y el ser considerado éste, como patrimonio inmaterial de la humanidad.

La capacidad de adaptación del ser humano es tan asombrosa, como lábil, lo que hace muy llamativos sus cambios. Ya nadie recuerda el lugar tan infausto que la sociedad reservaba al flamenco y no se presumía de ser flamencólogo o defensor de este tipo de cante, en las altas esferas. El cambio ha sido brutal. Ahora la idea esencial es que flamenco entre en las aulas en las distintas etapas de la enseñanza no universitaria, pero acabe finalmente por llegar también a la Universidad. La petición unánime en nuestra Andalucía es que se implante como asignatura optativa en el sistema educativo. La profusión de profesores y especialistas de este arte, comienzan a devanar el misterioso ovillo que su sentimiento y sufrimiento tiene enrollados en torno al duro “carrete de la conciencia”, con el peligro de desvanecer su encanto, a lo que puede contribuir el exceso de instrumentos hoy día acompañantes a un canto que solo y después de mucho insistir, concedió a la guitarra. Porque las notas de sus cuerdas resonaban dentro de un habitáculo con formas de mujer.

El Conde Romanones, cuando los parlamentarios eran ingeniosos, dijo al poder legislativo: “Haga usted las leyes, que ya haré yo los reglamentos”. Pero el hecho ha evolucionado de forma totalmente distinta. Ahora y aquí, son los mismos los que redactan las leyes y los reglamentos y luego la ejecución de los mismos lleva a situaciones totalmente diferentes a lo que se debió o se pretendió decir. Con estos obstáculos se ha encontrado la asignatura de una religión tan tradicional como la cristiana en la larga vida educativa de España como Estado. Su suerte actual es inversa a la del flamenco. No solo queda opcional, sino que no tendrá siquiera asignatura espejo, ya que no se puede obligar a los alumnos a cursar una asignatura, por el derecho de otros a tener la religiosa. Solamente se podrá impartir la enseñanza no confesional de “cultura de las religiones”. La asignatura de religión será evaluable, pero su nota no valdrá, para la media cuando se precise. Me recuerda esto a las personas que cesan en cualquiera de las profesiones. Se le dispensan toda serie de halagos, pero le dan “patada y puerta”.

Ya somos aconfesionales, laicos o su grado máximo agnósticos o ateos, pero el óvulo germinado evolucionará como siempre hacia un ser vivo e inteligente en el caso de ser humano, que vivirá en un sistema planetario, sin querer reflexionar, en quien habrá dado estas órdenes y leyes, anulando todo aquello que haga pensar en la existencia de un creador, mientras la voz quebrada y el quejío saetero, noble, creyente y piadoso, ensalza a aquel, que dio todo sin nada a cambio y sin cubrir su rostro con ningún tipo de máscara.

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