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Desde la Bahía

Ciencia y verdad ante el milagro de la vida

Ha cambiado su suave brisa, su agua germinadora y los pétalos de sus flores por parecerse a la cálida estación veraniega

No fue ayer, sino precisamente en un tiempo enormemente lejano, 4.400 millones de año, nuestro planeta, la tierra, estaba completamente cubierto de agua. Contrasta con la sequía que estamos padeciendo. ¿Que pasó en la tierra desde entonces hasta el día de hoy. Siete mil millones de personas sueñan con conocer toda la historia que en su planeta ha acontecido, pero en la actualidad seguimos muy inmersos en la duda de cómo se llegó hasta la producción de una maquina tan ideal, compleja y sin igual como es el ser humano. Como la verdad es, la realidad de las cosas y fuera de ello el mundo es imaginativo, debemos reconocer que a día de hoy y por todo lo que hasta ahora se conoce, solamente hay un ser pensante, el ser humano, porque los animales por mucho énfasis que pongamos en defender algunas de sus acciones, permanecen estáticos en su evolución primigenia.
Nuestro organigrama es celular. Somos un enorme conjunto de de células vivientes en movimiento. De niño y durante todo el tiempo de enseñanza estábamos muy tranquilos y obsesionadas solamente en los avatares del mundo material. El proceder no nos preocupaba, habíamos sido creados por un ser supremo, tal como los textos religiosos nos enseñaban. El Creacionismo lo explicaba todo.

Tenemos 100 billones de células en nuestro organismo y nos han enseñado que toda célula procede de otra célula. Esto y las divergencias cronológicas entre los textos bíblicos y la vida evolutiva humana, tarde o temprano nos tenía que llevar a formular la pregunta fundamental: Cómo se construyó la primera célula.

La riqueza de la tierra, aparte del agua, ya citada, era en principio metano, amoniaco, dióxido de carbono e hidrógeno,  componentes de su atmósfera y materia inerte  que el azar, las combinaciones químicas de sus elementos influidas por las condiciones ambientales o la mano creadora, cambiaron a materia orgánica.  De esta manera hicieron su aparición moléculas, aminoácidos y proteínas, que finalmente dieron lugar a una célula anucleada, propia de las bacterias, que fagocitando a otras portadoras de núcleo pero sin ingerirlas la adaptaron a su vida, erigiéndose en una unión endosimbiótica que fue la célula eucariótica, nuestro primer ancestro. De ahí hasta nosotros, solo teorías y dudas, enfrentamientos entre lo espiritual, el sueño divino del hombre y lo material, la desesperada ansiedad del escéptico ante la realidad palpable.

En 1953 un investigador, Stanley Miller, mezclando los gases de la atmósfera antes citado y con las condiciones ambientales semejantes a las que en un principio había en el planeta, obtuvo aminoácidos, es decir, la materia orgánica que utilizan las células para la síntesis de las proteínas. Fue el punto de partida que nos ha llevado a la idea evolutiva e incluso espontánea o por azar del origen de la vida, en contraposición a la religiosa idea creadora.

La primavera pierde su protagonismo. Ha cambiado su suave brisa, su agua germinadora y los pétalos de sus flores por parecerse a la cálida estación veraniega, algo que nos recuerda al Esaú bíblico. El libro se está haciendo  otoñal , no porque busque en el calor de la chimenea y el refugio del cuarto de estar su mayor índice de lectura, sino porque teme, ante los avances técnicos continuados, que sus hojas caigan y perezca indefinidamente. La triste historia de su “feria última local” así parece predecirlo.

Mientras tanto la raza humana viene y va del nacer al morir con sus retinas, saciadas de observar todas las maravillas de su mundo, pero sin ver, sin ningún aclaramiento en el espeso caldo de cultivo, en que se mueve la ignorancia.  Vemos a cercenar vidas embrionarias y creamos leyes que la justifiquen y vemos  finalizar la inercia y movimientos de nuestros seres más queridos y le damos un adiós de sentimientos muy diversos y sin idea exacta de que pueda existir un retorno, que nos reencuentre.

La inteligencia artificial no tiene visos de ser la solución al problema y la humana continua, como decía el poeta, contándonos cuentos al nacer y a la despedida.  El corazón tiene escasas neuronas y demasiado músculo. El cerebro tiene demasiadas neuronas y poco corazón. Pero para mantener una vida agradable, donde predomine el amor, necesitamos el sístole cardíaco y la entramada conexión interneuronal.  La vida todavía es un milagro, porque el milagro es un hecho totalmente cierto, pero del que no se tiene, hasta ese momento, capacidad de demostrar y comprender.

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