Cuando aún no se tenía idea de lo que era una esfera, la tierra era ya redonda. Cuando el ser humano sintió por primera vez sed, el agua llevaba miles de años esperándole. Pero el agua, verdadero dios líquido, no debe solo su valía al hecho de apagar la sed o ser el oro blanco y líquido de los regadíos, sino que se hizo sobrenatural, cuando siendo aún la tierra muy joven, fue el imprescindible vehículo sobre el que se originó la vida orgánica, poco a poco lentamente a partir de moléculas inorgánicas, para llegar pasando por aminoácidos y polímeros al edificio proteico. Las condiciones que allí se dieron, entre los componentes atmosféricos y la temperatura existente, llevó a un joven estudiante de 22 años, Stanley Miller, en 1953, reuniendo en circuito cerrado de tubos y recipiente de cristal, agua, amoniaco, hidrogeno y metano y poniéndolos bajo la acción de intensas corrientes eléctricas, a conseguir la obtención de aminoácidos y demostrar cómo pudieron haber surgido los primeros organismos de nuestro planeta, cuando este solo tenía unos 700 millones de años de existencia. De ahí se evolucionó hacia una forma de vida, LUCA, último ancestro común de todos los seres vivos del planeta que ya poseía todo lo que tenemos en común los seres vivos surgidos después. A partir de él se separaron los tres grupos fundamentales, dos anucleados bacterias y arqueas y la célula nucleada eucariota, microorganismo que evolucionó a todos los seres pluricelulares plantas, hongos, animales y numerosos seres unicelulares, previa endosimbiosis tal como demostrara la investigadora Lynn Margulis. LUCA es el abuelo de la vida.
La tierra tiene en la actualidad 4.500 millones de años. La vida de un ser humano es un instante dentro de estos casi ilimitados periodos de tiempo. Un enorme espacio del mismo transcurrió hasta que unos paleontólogos descubren un fósil de enorme importancia. Se trata de Lucy, un australopitecus género extinto de los primates homínidos de la tribu de Afar, que habitaron en África hace unos tres millones de años. Lucy era una hembra de unos doce años, de posición bípeda, embarazada o muy próxima a haber dado a luz. Pesaba unos 27 kilogramos y no superaba el metro de estatura. La estatura del varón era superior y llegaban a los 140 centímetros 45 kilos de peso, vivían una media de 50 años y al conjunto de ellos se les consideró como la primera familia conocida y a Lucy como la abuela de los seres humano, aunque descubrimientos posteriores de mayor antigüedad han hecho que este concepto quedara desvalorizado. Los homínidos humanos separados de chimpancés, gorilas, orangutanes y bonobos tenían posición erecta, habilidad manual e inteligencia.
Siempre me he preguntando que tipo de arrullo o cortejo recibiría Lucy de aquellos rudos homínidos. Quizás las miradas eran la mejor expresión amorosa de la época. Resentimiento, desamor u odios, quizás estuvieran en periodo de alumbramiento. Tras estos homínidos hay un extenso y oscuro espacio en el saber hasta llegar tras paso por homo habilis y homo erectus, finalmente, el homo sapiens, donde por ahora permanece quieta y callada el origen, la evolución y la selección natural que tan bien nos dejara descrita Charles Darwin.
Ahora surgen dos hechos fundamentales. Uno: hombre y mujer no se limitan a guardar en su memoria los recuerdos y tradiciones, para comunicarlos a sus descendientes, sino que los graba para su permanencia a través de los tiempos. Otro, es el hecho de que el ser humano ve totalmente precisa la necesidad de una vivienda, una oquedad entre las roca, una cueva donde permanecer al abrigo de las inclemencias del tiempo y en reunión con sus seres queridos. Allí muestra sus principales cualidad y sus dotes artísticas. Hace unos catorce mil años así lo demostró en Altamira y abrió la puerta al mundo del saber actual.
Cuando todo parecía resuelto o en periodo de resolución en la evolución de la vida aparece en el planeta un ente, un Ser Todopoderoso que nos indica que no hay evolución biológica, sino creación directa y fijista por él realizada y por la que las especies se mantienen invariables a lo largo del tiempo. Él es alfa y omega, el principio y el fin de todo lo visible e invisible. Desde su Sinaí particular bajó para derribar todos los iíolos de barro de la ciencia. Hombre y mujer aprenden a genuflexionarse, algo que quizás también hizo Lucy a pesar de su corta existencia. La fe y su texto bíblico arrasan con su rebelada evidencia cualquier otra creencia o razonamiento. Discuten ciencia y fe, pero ahora ha surgido una nueva forma de evolución y existencia, la que nos traen los ordenadores, los móviles y las redes sociales, Consecuencia de ello la inteligencia artificial. Algo nuevo se está produciendo, mientras en este mes de julio los insultos, provocaciones, resentimientos y cuando no odio, han saturado plazas, calles y medios de comunicación con una campaña electoral donde el ganar es el objetivo y los medios para llevarlo a cabo no tienen ningún límite por muy ociosos o fraudulentos que sean. Si no nos gusta el concepto de primero y último como es que queremos ganar e imponer nuestro criterio. El sinónimo de valer es servir, nunca lo será conseguir.