Hasta que apareció sobre la superficie terrestre el ser humano, el amor, no había realizado “su puesta de largo”, ni había referencia alguna sobre su iniciación. Es verdad que en el mundo animal el instinto de alumbramiento, cuidado, protección y nutrición de las crías estaba totalmente desarrollado, pero todo quedó atribuido al automatismo de la naturaleza.
Sin embargo, la biología, el estudio del ser vivo en general, nos ha mostrado cuanto nos necesitamos entre sí y ha puesto de manifiesto como esa solidaridad, sinónimo de ternura, evolucionó, lentamente, paso a paso, hasta acabar construyendo la fuerza considerada por todos como la más más poderosa que se conoce: el amor.
Este año de 2021 se van a cumplir diez años del fallecimiento de Lyns Margulis, nacida en Chicago en el año 1938. Esta mujer contribuyó a sentar las bases de la biología actual, con su teoría de la Endosimbiosis.
La simbiosis hoy la considero como la precursora del amor entre los seres vivos. Es una relación de ayuda o apoyo mutuo entre personas - o entidades - para llevar a cabo una tarea en común. Es la máxima expresión de la humildad ya que el "Yo soberbio" queda relegado al nosotros o entre todos. Esto fue lo que realizaron los primeros elementos celulares para llegar tal como indicó Margulis, a la primera célula eucariota, ancestro de todos los organismos pluricelulares incluidos hombre y mujer.
Estamos en el siglo XXI. Una parte de la opinión pública, la más dúctil y maleable, tiene todos sus sentidos inmersos en el progreso, estrambótico concepto cuando no se ajusta a una realidad verdadera y que tiene la facultad de adormecer la inteligencia y malversar el sentido común. El “animal político”, se opone al "animal racional. La simbiosis se resiente ante la herida que le produce el acerado parasitismo, forma patológica de unión en la que uno se beneficia y otro queda perjudicado. La diversidad es la cualidad más peculiar del ser humano. Todos somos diferentes y todos tenemos un caudal de cualidades y calidades para exponer y desarrollar nuestra valía. Solidarizándose, intercambiando nuestras capacidades, la evolución nunca encontrará una señal de stop. Respeto y amor. Trabajo en grupo o solitario, pero con el ánimo dispuesto a enseñar inmediatamente todo aquello que se descubre, hace excelso al ser humano.
Estamos atravesando en España uno de estos endiablados caminos, donde no hay nadie - nadie - capaz de conseguir una simbiosis, un sentimiento de Estado, entre todos los españoles y el resentimiento, el odio, el deseo de venganza, el engaño docente y el deseo de eternizarse en el poder conforman la amaurosis democrática que padecemos.
Se desprecia el esfuerzo y la responsabilidad, que comienza con la nueva deriva de las notas en los centros de enseñanza donde se impone el suspenso como una forma más y válida, de la capacidad del alumno.
Cultura y Política viven sus desavenencias y hay temor en la primera, que opta por el silencio, aunque se vilipendien personajes de alta y reconocida valía. Es lo malo de vivir subordinada y subvencionadamente.
En medio de esta anárquica algarabía todos estamos de acuerdo en qué de forma aislada, a cuenta gotas, surgen en nuestra vida diaria, personas a las que consideramos “tocadas por mano divina”. No es esfuerzo, sino encanto, admiración y hasta idolatría. lo que sus "habilidades" nos produce. La Isla ha sido afortunada en este sentido y en días pasados un museo ha venido a perpetuarnos el recuerdo de aquel que le ha dado dimensión universal a su pueblo. Personalidades de diferentes estamentos, aficionados, fieles seguidores, agregados a la corriente dominante y como es lógico los familiares, dieron a la inauguración la brillantez que esta personalidad - Camarón de la Isla - exigía. Orgullo isleño, ante tan divina individualidad. Es la excepción. Pero la norma diaria la constituyen muchos isleños cumplidores, responsables, que no rehuyen, el esfuerzo, el estudio y la experiencia continuada en su profesión, ni la ejemplaridad en su vida, a los que San Fernando le ha dado luz y espacio y ellos han respondido con estas cualidades siendo ejemplo de una simbiosis con deseos de perfección. Reconocérselo no precisa de ninguna parafernalia, ni necesita sobrepasar el perímetro de la ciudad. Solamente recuerdo, cariño, conciencia y respeto. El Doctor García Cubillana es uno de estos ejemplos.
