Un emérito coronel me refería que, en su juventud, siendo entonces un joven oficial médico, se había encontrado con sorprendentes casos en los reconocimientos médicos que se hacían a la llegada de reclutas.
Casos que él mismo confesaba que ni siquiera los había visto en sus estudios de medicina.
No sólo se evidenciaban muy diferentes señales de la virilidad de los reclutas, tales como el timbre de voz, la espesura de la barba, o el tamaño del miembro, sino que se daban algunos casos de genitales excepcionalmente raros. Cabía suponer que si esos jóvenes estaban allí, o sea, como varones, es porque ya se habrían valorado las señales biológicas del sexo en su entorno familiar, incluso en los casos confusos.
NATURALEZA Y CULTURA
Sexo y género son términos parecidos, pero no significan lo mismo. Como mamíferos que somos, el sexo está vinculado a la naturaleza, y se nace macho o hembra, o a veces “más o menos”. El género se genera en el medio socio-cultural, con la categoría de varón o mujer. Así, el género, es algo que también se aprende y se reafirma, o incluso ser cambiado o manipulado.
La selva del Amazonas, el viento del levante, o los animales, son parte de la Naturaleza, como también el hecho de tener hambre, el deseo sexual, o su inclinación.
Sin embargo, la gastronomía, poner nombre a un determinado viento, nuestro DNI, o una celebración son ejemplos de hechos Culturales, y todos ellos tienen algo en común: surgen de la mente humana.
Por tanto, nuestra forma de ver el mundo pasa por esa visión cultural que vamos asumiendo desde que nacemos.
En un primer plano, y como un hecho de la naturaleza, se encuentra el sexo. En un segundo plano, y según el sexo, se adscribe el género (construcción social). El rol es el tercer plano, o conjunto de conductas y funciones asociadas a ese género.
Plano 3º → Rol
Plano 2º → Género: varón o mujer
Plano 1º → Sexo: macho ≈ hembra
El género hace patente que hombres y mujeres son más diferentes que similares, estableciendo casi como patrón universal la existencia de dos géneros: varón y mujer. En realidad, un hombre y una mujer no son dos seres diferentes, sino una misma clase de ser con diferencias, muchas de ellas como artificios culturales.
El sexo como tal no varía ni en la geografía ni en la historia, es el mismo siempre como un hecho de la naturaleza. Pero el género y su rol, sí que varían lo suyo según las sociedades, de poner nombre, y de interpretar de forma diferente una misma realidad: el sexo. Así por ejemplo, en la India se da un tercer género, los hijras, que suponen casi 7 millones de individuos de género neutro.
La asignación del género no siempre es fácil. En el DNI sólo cabe poner dos opciones: varón o mujer, y se hace a través las señales visibles del sexo del recién nacido. Efectivamente, sea hombre o mujer, el tamaño de los genitales no es igual, ni tampoco su forma, como también se dan casos de confusión (presencia de tejido ovárico y testicular a la vez)
Aparte del sexo, y del género y de su rol, existe la tendencia o inclinación sexual (hetero ≈ homo), exenta de signos biológicos que en algunos casos opera en el silencio debido a la constricción social. No olvidemos que hasta hace poco, la inclinación homosexual era considerada como una enfermedad de orden psiquiátrico.
TENDENCIA SEXUAL Y RUIDOS CULTURALES
Roberta Close, top sexy de los años 80 en Brasil, en un anuncio televisivo de muebles, terminaba con una admonición a los compradores de muebles para que no aceptaran sustitutivos del producto anunciando. Decía: “las cosas no son siempre lo que parecen”. ¡Y tanto!, ella misma era genéticamente masculino.
El día del Orgullo gai, en sus 40 años de existencia, llevó a Madrid en el último 3 de julio a más de un millón de personas. Se estima de forma muy variable, que la homosexualidad en España es de un 6 %.
Y yo me la llevé al río,
creyendo que era mozuela,
y resultó que era un tío,
y por pocas me la cuela.
(Chistecillo popular de los 80).
Muchos ruidos y fenómenos sociales se producen gracias a la facilidad del mundo virtual. El movimiento de la Neomasculinidad de Roosh Valizadeh, propugna que las mujeres sean más femeninas y sumisas. A
seguran que la tecnología, los cambios en la demografía y el sufragio universal están acabando con los roles sexuales tradicionales.
En parte me recuerda a La perfecta casada (Madrid en 1583), de Fray Luís de León, un buen modelo de conducta para la mujer que quiera ir al Cielo.
Desde hace unos 4 años, un grupo feminista viene proclamando algo más que su desinhibida exhibición de su homosexualidad. Es el lesboterrorismo, que rechaza de manera tajante el machismo silencioso, el heteropatriarcado, o a seguir con el sistema Heterosexual. Las lesboterroristas proponen un cambio estructural en la percepción del amor y de la felicidad como una postura política. Su lema para las demás mujeres: ¡alesbiánate!, propagando su derecho a llevar el pelo corto, o su grito de guerra de ¡muerte a los penes! …A correr.
El poliamor es una especie de permiso social a los triángulos o amores paralelos, que de forma más o menos oculta se han dado siempre. Cuando nos aparece la palabra poligamia, se nos viene a la cabeza el harén del árabe. Así por ejemplo, el Califa Abderramán III, sin duda el nº 1 del poliamor, llegó a tener a su disposición a más de 6000 mujeres, entre esposas, concubinas, o esclavas. Pero una mujer también puede ser polígama, y de hecho es un uso normal en regiones del Nepal, del Tibet, o de la India.
La poligamia del hombre se llama poliginia, la de la mujer poliandria. Sexo, tendencia y género, tres variables a considerar y que no siempre van unidas en su propio orden. De lo demás, ya todos sabemos suficiente.
Fermín Vallecillos es miembro de ASANA (Asociación andaluza de antropología).