Tras dos años en los que han fallecido en España decenas de miles de personas por la covid, la segunda Navidad en pandemia, en unas fechas de encuentros familiares y presunta felicidad, ha multiplicado la sensación de duelo por la pérdida de seres queridos.
La investigadora y profesora de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), Belén Jiménez Alonso, describe a Efe el duelo como "una quemadura, una herida abierta que, con los cuidados adecuados y el paso del tiempo, se cura, pero siempre queda una cicatriz para recordar el dolor", una idea que expresó el psiquiatra y terapeuta francés Christophe Fauré.
Según esta percepción, añade "una vieja herida puede volver a causar daño en algunas condiciones", por lo que en fechas como la Navidad, hay quienes vuelven a sentir el dolor al ver, por ejemplo, la silla vacía de su ser querido que ya no está.
A pesar de que no todos los fallecimientos han estado relacionados con el coronavirus, sí hay un número mayor de duelos que no han podido "cerrarse adecuadamente" debido a la pandemia.
Jiménez insiste en que no se puede hablar de mayor o menor dolor en términos absolutos, pero sí que se puede establecer una diferencia entre las navidades de hace un par de años y las vividas en pandemia.
"Nos hemos tenido que aislar y, en muchas ocasiones, no hemos podido compartir la pérdida con nuestra red de apoyo, un acto esencial en cualquier proceso de pérdida", reitera esta profesional.
Según la psicóloga de familia y profesora colaboradora de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC Mireia Cabero, "ya existía una constancia de que los trastornos mentales empeoran en los periodos vacacionales, pero además los recursos empleados en la pandemia estos dos años han dejado desatendidas otras dolencias, por lo que hay más gente que llega al duelo en peores condiciones".
Un estudio publicado el pasado octubre en la revista médica británica The Lancet confirma que durante la pandemia, la ansiedad y la depresión han aumentado un 26 % y un 28 % respectivamente, dos trastornos muy relacionados con la pérdida de seres queridos.
Jiménez recuerda que, además, existen otros factores que han hecho aún más complejo el duelo en pandemia, como estar infectado con el virus o la incertidumbre económica de todas las personas que han perdido su trabajo, que son causas "secundarias" pero igual de importantes para entender la salud mental de las personas.
"El problema del duelo, y el dolor emocional, es que una persona no puede tomarse un medicamento para calmar el dolor, pero es evidente que la herida hay que tratarla", dice Jiménez.
En este sentido, la psicóloga recomienda, por ejemplo, hablar con la familia para "compartir abiertamente inquietudes y necesidades" y, si hace falta, cambiar la concepción de la Navidad o buscar formas simbólicas para recordar al ser querido fallecido.
"La pandemia nos ha recordado que la muerte, el gran tabú de la sociedad, está siempre presente, y no tenemos más remedio que hablar del tema", sentencia Jiménez.
El profesor colaborador de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC Enric Soler añade que quienes pasaron el duelo las Navidades pasadas ya han tenido tiempo para poder vivir la pérdida, y ahora sufren el "efecto aniversario".
"Estas personas ya han vivido todas las fechas señaladas del año como han podido y ahora tienen una especie de oportunidad para estipular nuevas normas, mientras que los que viven sus primeras Navidades sin un ser querido pueden no haberse anticipado al cambio", lamenta Soler.