Tres largos años de una guerra civil que nunca debió de ser, una larga posguerra, y una feroz dictadura bajo el manto negro del miedo, del silencio y de la sumisión. Largos años hasta la muerte del dictador, donde la libertad fue pisoteada, donde además del trágico balance de una guerra de tres años, le siguió una larga posguerra de más miedo, hambre y venganza, siendo su objetivo principal la total aniquilación de cualquier resto de republicanismo que hubiera quedado.
Así trascurrió la vida de todos los españoles hasta la muerte del dictador. Mientras que para algunos no pasaba nada en nuestro país, en las cárceles abarrotadas, en los batallones de trabajadores, en las sierras de nuestra geografía, seguían muriendo y siendo maltratados hombres y mujeres. Su único delito: pensar de forma diferente y creer en un mundo de igualdad y de libertad.
Cuando por fin murió el dictador, un rayo de esperanza y de luz envolvía a nuestro país. Tras la transición, una nueva democracia, algo cambió sin duda en España y la esperanza de los supervivientes y sus familiares era notoria, pero lo que no calcularon es que ni aquellos primeros políticos de la democracia ni los actuales, ninguno condenaría oficialmente el régimen franquista.
Manteniendo un estado de impunidad en el que la verdad de lo ocurrido no se sabe a día de hoy en su totalidad, y sirviendo de escudo, a quienes juzgaron y condenaron en la parodia que se dio en llamar juicios sumarísimo, a maltratadores y a quienes asesinaron impunemente bajo las alas del régimen fascista. Hoy seguimos llamando estado de impunidad pero también podría ser miedo a hacer cumplir las leyes internacionales.
Surgieron las asociaciones para la Recuperación de la Memoria Histórica, y a día de hoy son las únicas que mantienen vivo, junto con familiares y supervivientes, esta parte de nuestra historia, y han sido éstas las que en cierto modo han asumido el papel que correspondía al Estado español.
Es hora ya de que todas las asociaciones de la Memoria Histórica exijan al Gobierno el cumplimiento de su deber sin entrar en ningún tipo de demagogias políticas y tener como único objetivo la modificación de la llamada Ley de la Memoria Histórica, por injusta y vergonzante.
Pero desgraciadamente cuando parecía que se vislumbraba algún tipo de coherencia y sensatez, tanto supervivientes, familiares como asociaciones, hemos vuelto a recibir en estos días otro engaño y desilusión, dejando patente que seguimos en un estado de impunidad. La decisión del juez Baltasar Garzón de declarar extinguida la responsabilidad penal de Franco y otros 44 altos mandos y el traspaso de la causa a los Juzgados Territoriales, la califico como un doloroso paso atrás.
Se cumple desgraciadamente lo que hace apenas unos meses nos inquietaba desde nuestra Federación Foros por la Memoria. Los puntos que desde un principio no veíamos claros, pero entre todos estos puntos, el que tanto a mí como a mis compañeros más nos inquietaba era: la posibilidad de que tal como Garzón estaba abriendo este procedimiento buscando en donde no hay, y obviando hacerlo en las fuentes que sí pudieran aportarle pruebas masivas del programa de exterminio franquista, pudiera finalmente declararse incompetente, archivando el caso y cerrando con este precedente cualquier actuación posterior bien fuese a instancias de los familiares o de cualquier otro juez. ¿Cómo llamamos a esto dilación o engaño?
¿Se seguirá engañando a familiares y supervivientes con promesas, burocracias, manteniendo el mismo estado de impunidad como hasta ahora?
¿Se seguirá hablando de una Ley de Memoria Histórica, insuficiente y que es una aberración jurídica, sin precedentes en la corta historia de nuestra democracia?