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España

Sin fecha

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Fue la semana pasada cuando se conmemoró el Día internacional contra la Violencia de Género.  Era, a simple vista, el momento ideal para sumarse a las reivindicaciones generalizadas contra el maltrato sexista, para visibilizar algo que, por otro lado y afortunadamente, cada vez tenemos más presente, desconozco si porque las estadísticas son cada vez más abultadas.

Pero para deslustre de quienes nos consideran o se consideran en la cúspide de la evolución, -¿somos de verdad lo mejor que la naturaleza es capaz de hacer?- no existe semana, ésta sin conmemoración tampoco lo es, en la que no nos tengamos que lamentar por un hecho luctuoso en esta materia, y demostrar así que tenemos quizá las mejores posibilidades y las peores intenciones de los seres vivos. Así que me parece éste tan buen momento como cualquier otro para recordar una vez más que no hay fecha buena para pasar por alto una bofetada o un maltrato sicológico, ni para dar un permiso penitenciario a un maltratador reincidente, por más que una de sus víctimas lo pida con insistencia.


Desconozco si la pulsera -la de la maltratada o la del maltratador- funcionan con la eficacia debida, si habría que endurecer las penas previstas para estos bestias, si existe una solución racional que acabe con un miedo que no termina ni para la maltratada ni para sus hijos cuando salen de la casa, cuando los segundos crecen y se hacen adultos, incluso cuando el torturador aparentemente da una tregua y fija sus ojos de enamorado en otra afortunada.
Pero hay unas cuantas cosas que la simple experiencia de observadora evidencia: que no hay olvido de sus víctimas por parte de esta gente, que el rencor puede durar años agazapado hasta encontrar el momento perfecto de hacerse visible y golpear; que la edad no es un obstáculo -¿se han fijado cuántos maltratadores de la tercera edad existen y cuántos jóvenes, jovencísimos?- lo que demuestra un terrible retroceso en el reconocimiento de los derechos, y que hay que insistir y colaborar mucho más en la protección de unas y la denuncia de otros.

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