La insoportable levedad europea en los asuntos internacionales sólo es comparable a la insoportable reticencia que suscita cualquier iniciativa de Estados Unidos. La Unión Europea huye de cualquier compromiso y se ausenta de toda responsabilidad. Ni una mala obra, ni una buena acción.
Antonio Martínez, que tiene un sentido del humor que derrochó en los guiones de Los Guiñoles, sostiene que la Unión Europea observa. Y observa como nadie. ¿Qué hay una guerra? Los representantes de la Unión Europea se ponen a observar, con ese cuidado profiláctico de la gente que desea mantenerse al margen de cualquier grosería, con esa altivez de quien se sabe que procede de una buena familia. Cuando el conflicto alcanza cotas de sufrimiento y horror escandaloso, los representantes de la Unión Europea observan “con preocupación”. Si el eco de las bombas está a punto de escucharse en Bruselas, entonces se ponen a observar con “enorme preocupación”.
Hay, pues, tres fases. En la primera, la UE observa un poco por no aburrirse, sin demasiado interés. En la segunda, se pone a observar con preocupación, por favor, no llamen, no molesten, están ocupados observando. Y, en la tercera, la preocupación es ya tan insoportable como la levedad de la propia UE, y se pone a observar con “enorme preocupación”. Suele ser el momento en que Estados Unidos interviene, bien a través de la OTAN, bien por su cuenta, y entonces la Unión Europea, se coge la enorme preocupación con un pequeño papel de fumar, y dice que los conflictos no se arreglan con la intervención de los ejércitos. Bueno, la Historia dice precisamente lo contrario: todos los conflictos los resolvieron los ejércitos, también es verdad que en la misma medida en que los provocaron. Estados Unidos estaba observando con enorme preocupación el avance de Hitler, hasta que llegó lo de Pearl Harbour. Y dejaron de observar. Pero la Unión Europea piensa que lo de Pearl Harbour no volverá a ocurrir, porque para eso están observando.