No pienso tratar de las preguntas para usted de Zapatero, aunque ello signifique obviar que el 74% de los españoles le diesen un aprobado, confianza en tiempos de crisis; no pienso hacerlo de los espionajes de tebeo en los que andan enfrascados otros- ¡por Dios, con la que está cayendo!-; ni de los líos de la Porvera, -que parece el título de una teleserie-, ni de la inundación que sufrió mi vecina el viernes por culpa del sinvergüenza de un latiguillo de mi baño, que a punto estuvo de costarnos una catástrofe, pero que demostró que algunas costumbres, como las de la buena vecindad, no se han perdido. Estoy segura de que de todo eso están ustedes más que informados. Ahora, hasta de mis cuitas.
En estos días, mucho más que los asuntos puntuales me preocupa el alarmante anuncio de la FAO, ya saben, ese organismo de la ONU que se ocupa de la alimentación y la agricultura que ha asegurado que lejos de alcanzarse el primer Objetivo de Desarrollo del Milenio de reducir a la mitad el hambre para 2015, con los datos actuales eso no va a ser posible hasta el año 2150. Lo que ha sido calificado de “crónica de una tragedia anunciada” por el organismo, vergüenza internacional, añado yo, es la prueba fehaciente de que a veces todo sigue igual. Llámenme pesada. Tienen razón. No es la primera vez que les hablo de hambre en estas líneas, pero me aterra que mientras los buscadores de internet nos ofrecen, por ejemplo, 364 millones de entradas para la palabra hotmail, más de 14 millones de entradas para Zapatero, o más de 7 para la actriz española Penélope Cruz, gran perdedora de los actuales premios cinematográficos; la palabra hambre sólo registra 9 millones y medio. Cincuenta millones menos de entradas que Spielberg, veintiséis millones menos de entradas que estética, sesenta millones de entradas menos que la palabra dinero,… hagan la prueba.
Puedo pecar de demagoga, quizá, pero en este mundo donde parece que lo virtual, lo que no termina de ser de verdad, tiene cada vez más importancia, el hambre sigue ocupando el mismo espacio que en el real, aunque duela y mate.