Isolina (34 años) y Raúl (33) comparten el apellido Piñeiro y tres hijos, la pizpireta Oihana (13), el amante de Pokemon y los videojuegos Oliver (6) y la traviesa Olalla (4). Son personas sordas. Y otros diez miembros de esta influyente familia carecen de audición. Entre ellos no tiene cabida el silencio.
Crearon el canal de Youtube 'The Piñeiro's' cuando la integrante más pequeña del clan apenas contaba 9 meses. Se atrevieron por la urgencia de incorporar la lengua de signos a la educación reglada. En Facebook e Instagram persiguen el mismo fin.
La activista Isolina, la madre que da "mimitos" a la prole, es la presidenta de Anpanxoga, Asociación Gallega de Familias con miembros sordos. Raúl, el hacedor de "cosquillas", es el secretario y, además, ostenta el cargo de vicepresidente de la Federación de Asociaciones de Personas Sordas de Galicia (FAXPG).
Son activistas. En sus espacios virtuales hay lugar para chistes, disfraces, la perra Nora, cestas de tesoros, bailes, anécdotas, tomas falsas y libros, como la novela gráfica 'Súper Sorda' de Cece Bell.
Los Piñeiro son amantes del cine y han visto "CODA", la premiada cinta de Sian Heder que conquistó el Óscar a la mejor película. "Fantástica" es la impresión que trasladan a Efe. "Valora muchísimo el acto de la comunicación. Da a entender que la inclusión es posible, que existe. Pero aún así es cierto que seguimos encontrándonos con barreras. Y la principal de ellas es la educacional".
La conversación discurre con ayuda de un intérprete. "La película demuestra que los actores sordos son muy capaces", dice Raúl Piñeiro.
Suma otro dato: "La lengua de signos puede profundizar muchísimo más en algunos aspectos expresivos. Y las personas sordas pueden trabajar perfectamente con otros compañeros oyentes. El filme ` CODA` (acrónimo de Child of Deaf Adults- Hijos de Adultos Sordos) lo demuestra tal cual".
LA PREMIADA PELÍCULA 'CODA' HA HECHO UNA SOCIEDAD MÁS EMPÁTICA
Prosigue este hombre con su argumentación: 'CODA' es "mucho más real que 'La familia Bélier' en la que se inspira. En 'La familia Bélier' los actores aprendieron la lengua de signos. En 'CODA' los intérpretes son personas sordas. Ha impactado. Y ha ayudado a ser más empáticos".
Las personas sordas reivindican equidad. "Necesitamos una fusión, una integración para ambos (sordos y oyentes)", coincide el matrimonio. No se les puede invitar a irse de una tienda por no querer comunicarse. Tampoco resumir una conversación interesante entre parlantes con "espera un momento, ya te cuento después"; o "nada, estamos hablando de tonterías". De igual modo no sirve salir del paso con un resumen insignificante, y en ello esta pareja hace hincapié.
La burocracia es otro lío. En una sociedad que tecnológicamente ha avanzado tanto, el "ya te llamaremos" no es la vía con ellos. Existen alternativas a su alcance como el correo electrónico o el WhatsApp.
Raúl lamenta cuando se les invita a tirar de familiares oyentes. "En este caso además la mayoría son sordos", expresa con una sonrisa. E Isolina agrega que no tiene por qué "pedir favores" o explicar sus "intimidades" cuando se valen por sí mismos con los medios adecuados. "No me hago la sorda porque yo quiera. Es que soy una persona sorda".
EL FLECHAZO ENTRE PERSONAS SORDAS Y EL CHOQUE EMOCIONAL CON OYENTES
"No se acuerdan de manera continuada de que somos personas sordas que compartimos este mundo", enfatiza Raúl. Por eso cuando una persona sorda se encuentra con otra persona sorda, el flechazo es instantáneo.
En el caso de la "mayoría aplastante de oyentes", la lucha constante puede conllevar un choque emocional, detallan Raúl e Isolina, de no querer saber nada de esa sociedad que escucha. Sin generalizar, claro. "Pero una ofensa tras otra... llega un momento que cansa; algo obvio".
En el entorno íntimo de Isolina y Raúl la accesibilidad es la lengua de signos, "es la primera para todos", para los cinco que comparten techo, y para los abuelos, las abuelas y tíos, que también son sordos.
Contar con un entorno "sordo" permite a uno expresarse libremente, explica Isolina como parte positiva. La negativa, es, recalca, la "pelea diaria" que agota. Véase: actividades para niños no adaptadas, charlas que no tienen incluida la lengua de signos ni subtítulos...
Isolina destaca lo siguiente: "Lo inclusivo no existe. Hay un porcentaje bajo de accesibilidad. Esto produce la sensación de que vamos a estar como un paso atrás. Pero yo no quiero. No lo admito. No lo permito. Somos muy dados a la protesta sincera y honesta".
Oihana va al instituto y tiene a una intérprete de lengua de signos a horario completo. Oliver y Olalla están por ahora en el colegio y sus progenitores cuidan mucho esa etapa educativa porque "la educación de los 3 a los 11 años permite enfrentarse al instituto de una manera solvente". A los tres les inculcan la importancia de la autonomía.
LOS 'CODA' DE HOY NO TIENEN NADA QUE VER CON LOS DE HACE 40 AÑOS
José López es el colega CODA que ayuda para la realización de esta entrevista. Él a veces se ha sentido extraño por ser hijo de padres sordos signantes, es decir, aquellos que emplean la lengua de signos.
"Los CODA de hoy en día nada tienen que ver con los de mi generación. Hace cuarenta años éramos el nexo de unión en situaciones que no nos correspondían por edad".
Los de su quinta comparten experiencias similares, como acompañar a edades tempranas a sus progenitores al médico, o hablar con sus jefes.
Sea como fuere, la conclusión de José es que no podría haber nacido en una familia mejor: "Mis padres tienen ya 84 y 85 años y fueron capaces de crear con pocos recursos un perfil asociativo y de reclamar servicios para poder estar en igualdad de condiciones".