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Para comprender lo que esto significa, "si hubiera habido un gran incendio forestal a principios de los 2000 en su hábitat de Andújar (Jaén), la especie podría haber desaparecido" por completo mientras que
para perderse a día de hoy "tendría que haber una cadena de catástrofes", detalla.
Una bomba desactivada
Los trabajos de recuperación empezaron en 1999 y
"el censo que hicimos en colaboración con el Ministerio fue una bomba a nivel europeo, porque antes de empezar pensábamos que había entre 600 y 1.200 animales y cuando lo terminamos en 2002 encontramos menos de 100 y en solo dos poblaciones", recuerda Pérez de Ayala.
Después de "mucha insistencia, muchos años, muchos proyectos y muchísima gente y entidades implicadas" -hasta 21 organizaciones incluyendo WWF España- la situación ha cambiado a mejor, con más de 2.000 individuos, pese a lo cual "no podemos relajarnos", señala.
De hecho, una conferencia de expertos
en 2019 trató de determinar cuándo se podía considerar salvada la especie y "allí estimamos que necesitaríamos 750 hembras reproductoras pero ahora mismo estamos en 406, con lo cual nos encontramos a mitad de camino", comenta, y además, "muchas amenazas han aumentado" como sucede con los atropellos: 144 linces murieron solo el año pasado alcanzados por vehículos.
Amenazas
Además de los atropellos,
el furtivismo es otro problema para la recuperación total del lince y aún peor es el problema del conejo de monte, su principal alimento -entre el 90 y el 100 % de su dieta-, cuyo número se ha reducido enormemente en los últimos años.
"El conejo ha sufrido una regresión del 70 % en diez años, la situación es bastante dramática porque aunque lo veamos en las carreteras, en el campo prácticamente no hay", declara Pérez de Ayala, quien destaca la paradoja de que "con el cambio de categoría de la UICN, el conejo está en peligro de extinción y su depredador, no".
En este momento existen
ocho grandes poblaciones de linces en la península ibérica: cuatro en Andalucía, dos en Castilla-La Mancha, una al sur de Portugal y otra al sur de Extemadura "pero ya se han creado algunas más pequeñas entre medias" y el nuevo proyecto LIFE Lynx Connect propiciará la conexión de todas ellas.
Las lecciones aprendidas de la recuperación de esta especie "son muchas, desde cómo hacer el seguimiento hasta cómo gestionar la reintroducción", con unos protocolos de gran detalle, ya que, apunta, "cada vez que seleccionamos una nueva zona medimos 13 variables distintas. Son un ejemplo a seguir".
De hecho, distintas organizaciones conservacionistas la están tomando como ejemplo para trabajar con otras especies como el lince europeo o el gato montés.