El Juzgado de lo Contencioso Administrativo número 1 de Huelva acoge este martes un juicio contra el Servicio Andaluz de Salud (SAS), a raíz de una denuncia formulada por una familia tras la muerte en octubre de 2011 de una de sus hijas mellizas recién nacidas en el Hospital Infanta Elena y el tratamiento inadecuado hacia la otra que finalmente sobrevivió. Por estos hechos, estos padres reclaman al SAS 155.626,78 euros de indemnización.
Durante la sesión judicial de este martes se practicarán las pruebas testificales y periciales. Según reza en la denuncia, a la que ha tenido acceso Europa Press, las niñas nacieron, vía cesárea programada, el 13 de octubre de 2011, cuando tuvieron que proporcionar a su madre anestesia general tras cinco intentos de inyectar la epidural sin éxito.
Tras el mismo, las niñas fueron pesadas y medidas y recostadas en una cuna con un foco porque, según le explicó el matrono, "habían cogido frío durante el parto". Poco después la madre se despertó y, tras preguntarle al facultativo, éste le dijo que las dos "estaban perfectamente y que no necesitaban incubadora".
Cuando los padres las vieron no detectaron "nada extraño" pero se las llevaron al nido al tener "el azúcar y la temperatura un poco baja". De hecho, una vez en la habitación, sobre las 20,00 horas, llegaron cada una en una cuna, una con un foco y la otra con una bolsa de agua caliente porque, según les explicaron, "no tenían más focos disponibles". Además, según reza en la denuncia, "por un defecto en la bolsa, ésta se abrió y se mojó la niña que luego fallecería", una circunstancia de la que se dio cuenta la abuela cuando fue a cogerla para intentar darle el biberón.
La cambiaron, le dio el biberón y avisaron a la enfermera de lo sucedido, momento en el que las pusieron juntas en la misma cuna para aprovechar el mismo foco. En ese rato, aseguran que "la enfermera, que había acompañado al padre al nido, pasó por allí y, estando la niña, que posteriormente fallecería, sobre la madre cuando la habían cambiado de ropa, dijo que le había oído un quejido raro y que no le había gustado", momento en el que "la cogió en brazos, la observó y, finalmente, dijo que no era nada, que estaba normal".
LOS PIES Y MANOS AZULADAS
Una media hora más tarde, le fue quitado el foco al considerar que "ya estaba bien" pero los familiares empezaron a notar que las niñas tenían los pies y las manos azuladas, pero las enfermeras, "sin acercarse a verlas, les dijeron que era normal porque habían cogido frío".
A su vez, durante la madrugada, la abuela avisó al personal médico al menos tres veces y "fue ignorada" hasta las 7,00 horas cuando una enfermera colocó a las niñas cerca de la ventana para que les diera el sol. En ese momento les dieron el biberón y se llevaron a la que posteriormente moriría para bañarla, dejando a la otra en la habitación hasta que terminara de comer, pero de pronto "llegó una enfermera muy acelerada y se la llevó inmediatamente".
Al rato llegó a la habitación un pediatra que les informó de que la niña, la que fallecería al poco tiempo, "estaba muy mal, que había entrado en parada y que la había bajado a reanimación, que sería muy difícil sacarla adelante y que, de sobrevivir, quedaría como un vegetal", de hecho falleció a los pocos minutos, así como que la otra "también estaba muy mal, aunque no tan grave como su hermana" y que se la llevarían a la UCI de neonatos del hospital Juan Ramón Jiménez porque en el Infanta Elena no había.
El padre propuso si no era mejor trasladarla a Sevilla pero el médico le dijo que "no aguantaría el viaje" y finalmente fue llevada al Juan Ramón Jiménez, donde ingresó en la UCI, con una enfermera 24 horas pendiente de ella.
Allí el primer parte médico expuso que tenía "un problema de corazón no congénito, no operable y sin tratamiento, como que una membrana no estuviera bien formada". Luego esta parte ha sabido que se trataba de algo bastante común en bebés prematuros como es la enfermedad de la membrana hialina. A su vez, estos médicos preguntaron por la auptosia de la fallecida porque podría ser determinante para tratar a la otra, cuyo diagnóstico en un principio fue de muerte súbita.
Por su parte, la niña que sobrevivió comenzó a progresar muy rápidamente según uno de los pediatras, momento el que comenzaron "las contradicciones" entre los médicos sobre el estado de salud de la pequeña, ya que una pediatra, perteneciente al equipo de trabajo de quien era el jefe de pediatría en aquellas fechas en el Hospital Infanta Elena, decía que "su problemita" seguía ahí y que al morir su hermana de muerte súbita "habría que tener cuidado", y el otro que estaba "perfectamente, que no existía problema de corazón alguno, que era una niña sana y que por él le habría dado el alta a los dos días", negándole un traslado a Sevilla.
En esos momentos, la pasaron a neonatos y allí la atendió otro doctor, esa doctora y otra cardióloga, manteniendo nuevamente la versión de que "tiene un problema de corazón" y que si querían llevarse a la niña a casa tenían que hacer un curso de reanimación cardio pulmonar y tenerla monitorizada por las noches, para lo que dieron un monitor, tras darle el alta, que "no funcionaba".
"OCULTAR LA NEGLIGENCIA"
Todo esto hace sospechar a los padres que "los propios médicos del Hospital Infanta Elena eran conocedores de la negligencia producida y, presuntamente, pretendieron ocultarla con una patología inexistente".
En el alta figura que su hermana murió de muerte súbita, sin embargo cuando llegó la autopsia de la niña fallecida, que le fue explicada por una médico, éste "en ningún momento habla de muerte súbita, sino que lo que tenía la niña es una inmadurez generalizada, incidiendo mucho en la membrana hialina, una especie de inmadurez pulmonar". Al respecto, el padre le preguntó si podía haberse evitado con una incubadora y "ella eludió responder porque tenía mucha prisa y no podía seguir".
Por todo ello, la familia considera que el informe de alta y la autopsia son "claramente contradictorios", ya que en el primero hablan de muerte súbita y en el segundo de insuficiencia respiratoria por membrana hialina.
Así las cosas, los padres denunciaron estos hechos por lo penal, causa que fue archivada, hechos que serán juzgados ahora en un contencioso administrativo al considerar que "nunca hubo un control de la evolución posterior de las recién nacidas y que esta ausencia del mismo es la que motivó que no se detectaran los síntomas de la enfermedad de membrana hialina, que fueron repetidas varias veces, de manera infructuosa, por los familiares a las enfermeras del turno de noche, los quejidos de las niñas, sus extremidades azuladas y el llanto continuo, además de la falta de temperatura".
POSIBILIDADES DE SUPERVIVENCIA
De igual manera, en el informe del forense incorporado por esta parte al expediente administrativo con su escrito de reclamación patrimonial el forense establece que "de haberse diagnosticado de forma adecuada y precoz, se podrían haber adoptado con mayor celeridad las medidas terapéuticas oportunas y, por lo tanto, hubiera tenido mayores posibilidades de supervivencia".
Los padres consideran de igual manera que "llama poderosamente la atención que, desde el principio, se haya intentado por el SAS mantener que la causa de la muerte de la niña era una enfermedad de corazón o la muerte súbita", manteniendo que "existe una relación de causalidad directa entre la mala atención prestada por el SAS a las recién nacidas y los daños provocados a las mismas".