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Aquellos bares de mi juventud

Casa Calderón era el centro neurálgico en calle Sevilla para los callos, caracoles y erizos

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  • En esta esquina de Juan Morrison con General Castaños estaba el bar de Eusebio. -
En su momento traté, aunque de pasada, sobre ciertos establecimientos de bebidas que en la década de los cincuenta y de parte de los sesenta ejercían en Algeciras. No obstante, muchos de mis amigos me han recordado un importante número que no cité y que constituyeron una parte importante de la historia de nuestra ciudad, ya que por aquellas fechas eran muy frecuentados por gente de todos los estamentos sociales.

Por tal motivo, en este reportaje me voy a hacer eco de algunos de ellos ya que por la extensión sería imposible hacer una referencia de la mayoría.   


Un modesto bar que siempre se encontraba abarrotado de público era el de Eusebio, situado en la esquina de General Castaños con Juan Morrison. Recuerdo que tenía una barra de mostrador de aluminio tachonada de chinchetas y que servía una espléndida ensaladilla de mayonesa y unos troncos de atún con un pimiento morrón. No disponía de una gran variedad de productos pero los pocos que servía hacían la delicia del público.

En calle Convento existía un establecimiento, el de Ocaña, regentado por dos hermanos a los que simpáticamente se le conocían como los “hermanos Karamazov” que servía además de un excelente jamón y una amplia gama de finos embutidos, unas latas de cangrejo ruso que por aquellas fechas constituía toda una novedad.

De similares características era la tienda - bar de Paquito Merino en Muñoz Cobos en donde su propietario gozaba de una innata habilidad para cortar el jamón serrano, cuando aún no proliferaban los pata negra que llegaron mucho después.

Casa Calderón en la calle Sevilla constituía el centro neurálgico para los consumidores de callos y caracoles, así como para los de erizos, cuyos vendedores se instalaban en sus inmediaciones a la altura de la calle Gloria.

En la calle Ancha, los bares existentes estaban enfocados más bien al negocio de cafetería, como el Piñero en la esquina con Blas Infante, el Sevillano, el Juanito y el Royalty, aunque había un bar haciendo esquina con calle San Antonio, el Bandera, que se dedicaba más a las bebidas que al café.

Bajando por Cristóbal Colón nos topábamos a la derecha con el Racimo de Oro que, aunque tenía su clientela, no era uno de los lugares más visitados por los algecireños pese a estar situado en pleno casco urbano. Un viejo establecimiento estaba en la misma calle en la esquina con General Castaños, el Antich, a pocos metros del cual operaba por entonces EAJ 55 Radio Algeciras de  Pedro Liñana.

Siguiendo por calle Larga y en su final estaba asentada la cervecería de la que recuerdo sus magníficas gambas a la gabardina que me solía pedir mi padre.

Pasado Emilio Santacana desembocábamos en calle Tarifa donde el bar Puerta del Sol, de los hermanos Porto, era en especial por las mañanas todo un hervidero de personas por la proximidad del mercado. Siempre en calle Tarifa han existido buenos establecimientos como el de Casa Beneroso, que también hacía las veces de tienda de ultramarinos.

Otro bar emblemático y muy popular en la citada calle era el Florida que hacía esquina con la plaza de la Iglesia del Carmen.

Mi amigo Emilio Carrasco, gran conocedor de costumbres y gente de nuestra ciudad, me comentaba de un bar que yo conocí en los años sesenta y que se ubicaba en Duque de Almodóvar y que era una pequeña bodega ya que disponía tras el mostrador de un gran número de toneles. Se conocía como Palomino y Vergara y lo regentaba un tal Pedro que ha fallecido recientemente.

En el recuerdo vino a mi memoria unas encendidas banderillas con aceitunas, acompañadas de un catavino de Palo Cortado que sí que resucitaban a un muerto.

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