La historia se repitió de manera casi milimétrica. Al igual que ocurriera hace justamente un año, el Sábado de Pasión estuvo seriamente amenazado por la inestabilidad meteorológica, provocando que todas las cofradías -menos la de Humildad y Paciencia- agotaran el margen de tiempo que otorga el Consejo Local de la Unión de Hermandades para echarse a la calle.
Ayer, si cabe, la empresa parecía incluso más complicada que el año anterior, por cuanto a eso de las seis de la tarde -hora clave de la jornada- todavía se registraban precipitaciones en distintos puntos de la ciudad. Sin embargo, a medida que avanzó la tarde empezaron a abrirsetímidos claros que terminaron brindando una inesperada noche cofradiera.
Más allá de la inestabilidad meteorológica -que fue protagonista a primeras horas de la tarde-, lo cierto es que Jerez pudo vivir ayer el Sábado de Pasión más completo de cuantos se recuerdan. No en vano, la reciente erección en hermandades de penitencia de las que hasta hace apenas un par de meses eran las agrupaciones parroquiales de La Sed y La Salud elevaba hasta cuatro el número de cofradías integradas en la nómina de esta jornada procesional de nuevo cuño. A ellas debe sumarse la Hermandad de la Entrega, de Guadalcacín, y la todavía Agrupación Parroquial de la Misión, de Picadueña.
el inicio de todo
Fue precisamente allí, a pocos metros de la Puerta de Rota, donde arrancó este Sábado de Pasión. De la parroquia del Corpus Christi debía salir, a las cinco y media de la tarde, la Agrupación del Señor de la Misión. A esa hora pintaban bastos y aunque se retrasó el horario de salida, en honor a la verdad debe reconocerse que la decisión parecía responder a un mero formalismo.
Sin embargo, ese margen de tiempo coincidió con una leve mejoría del tiempo que fue aprovechada por los cofrades de Picadueñas para poner en la calle al nazareno que tallara Fernando Murciano. La cuadrilla de costaleros estuvo nuevamente comandada por Salvador Perales.
Detrás se estrenó la Banda de Cornetas y Tambores de la Presentación al Pueblo, de Dos Hermanas, sin duda una de las formaciones musicales de primera línea de la Semana Santa hispalense. Su presencia en Jerez constituyó uno de los hitos de esta jornada procesional.
El centro parroquial de Santa Ángela de la Cruz -en ese nuevo Jerez que surge en el entorno de la ronda de Juan Carlos I- era uno de esos lugares predestinados ayer a alumbrar cosas grandes. Los cofrades de la Hermandad de Pasión -que alcanzó este rango hace justo un año- debían presentarse en la calle vistiendo por vez primera el hábito nazareno.
Lo hicieron a las siete de la tarde -agotando la hora de margen que ofrece el Consejo- y curiosamente fueron saludados por una tímida llovizna que no impediría que pusieran rumbo a la parroquia de los Dolores, junto al Parque Atlántico, aunque acortando levemente su itinerario. La túnica de estos nazarenos entremezcla el negro con el morado y está confeccionada en tela de sarga.
El Señor de la Pasión estrenó precisamente una túnica morada de sarga, a imagen y semejanza de sus cofrades, así como un singular exorno floral en el que se entremezclaban las frecsias con los iris, los tulipanes y las flores de cera.
Ezequiel Simancas repitió como capataz de un paso que contó con el acompañamiento de la Banda de Cornetas y Tambores de la Vera Cruz, de Utrera.
La Sed y La Salud se estrenaban como hermandades, aunque la premura de tiempo ha impedido que sus cortejos luzcan aún la túnica nazarena. Eso sí, por vez primera hicieron estación de penitencia en San Miguel y la ermita de San Telmo, respectivamente.
El crucificado de Puertas del Sur lució un tupido monte de claveles rojos, estrenando unos candelabros de guardabrisas que sin duda otorgan más presencia a su paso. El Cristo de la Sed dejó estampas de gran belleza en la plaza del Arenal o el entorno de San Miguel, pero incluso en lugares tan poco habituales para las cofradías como la cuesta de la Alcubilla. A ello contribuyó el buen hacer de la cuadrilla de costaleros comandada por Alberto Millán, pero también el sonido de la Banda de Cornetas y Tambores del Rosario de Cádiz.
El Señor de la Salud, de San Rafael, procesionó desprovisto de potencias y corona de espinas. La cofradía vivió un momento especialmente emotivo en su presentación ante el Cristo de la Expiración, en San Telmo. Ildefonso Oñate estuvo al frente de la cuadrilla de costaleros, contando el paso con el acompañamiento de la Agrupación Musical Virgen de las Lágrimas, de San Fernando.
En Guadalcacín, el Señor de la Entrega se hizo a la calle cuando ya había caído la noche. El cortejo estrenó veinte túnicas de nazarenos, repitiendo tras el paso la Agrupación Musical de la Sentencia, de Jerez.
El contrapunto de esta jornada festiva lo puso la Hermandad del Cristo de la Humildad y Paciencia, que pasadas las nueve y media de la noche partió de la iglesia de la Santísima Trinidad en busca de la parroquia de San Miguel, donde a esa hora se encontraba el Cristo de la Sed. El cortejo estrenó el estandarte corporativo, así como un senatus acompañado de lanza y esponja.
La música de capilla acompañó el rachear de la cuadrilla de costaleros dirigida por Javier Alcón, que asumía por primera vez esta responsabilidad.
El mal tiempo había dado paso ya a una espléndida noche, en un prólogo más que notable de todo aquello que está aún por venir.