Oficialmente el próximo día 26 no será obligatorio el uso de las mascarillas en los exteriores, aunque no es menos cierto que últimamente, quizás por el hartazgo de vivir más de un año en una pandemia que o se acaba, esa pieza estaba siendo utilizada al antojo de cada cual y dejando incógnitas difíciles de descifrar. Por ejemplo ves a la gente paseando tranquilamente por la arena de la playa y sin embargo esas mismas personas tapan la boca en cuanto salen al Paseo Marítimo, a menos de medio metro de distancia, como si la arena fuese espacio libre de civid y la zona asfaltada no. Igual ocurre cuando estás en la terraza o en el interior del bar sin mascarilla y hablas con el camarero o la camarera sin protección cuando pides la comanda y, sin embargo, cuando te levantas para ir a pagar te protege. Qué pasa. Que sentado no contagia y de pie sí.

Son incongruencias que existen igual que en el tema de los horarios. A las 12 de la noche tienes que abandonar el local de restauración pero puedes seguir la fiesta en un local de  copas hasta las 2 y posteriormente continuar la juerga en tu casa o en la de tus amigos hasta el amanecer. Qué diferencia hay entre un restaurante y un local de Copa o tu casa. Que alguien me lo explique.

La verdad es que todo se ha ido relajando excesivamente y las mascarillas de tela van a desaparecer pero no las humanas porque, como no habremos aprendido nada, la hipocresía, la soberbia, la falsedad, la maldad o la envidia seguirán presentes en nuestros rostros aunque las mismas estarán cubiertas por la sonrisa fingida que esconde la verdad de unos pensamientos que siguen haciendo de esta vida una escalera de egos donde derribar al prójimo es el único objetivo en aras de conseguir una posición donde pensar que es superior al resto.

Ojalá que si nos  quitamos las mascarillas de tela también lo hagamos con las humanas para hacer un mundo mejor.