Desacostumbrados a votar, los españoles tuvieron que coger el hábito de acercarse a las urnas y de hacerlo en esa jornada por tercera vez en el plazo de tres años, ya que antes habían depositado su sufragio en los comicios de 1977 y habían expresado sus preferencias en el referéndum sobre la Constitución del 6 de diciembre de 1978.
Quizás ese “hartazgo” de democracia, que tuvo otro añadido un mes después con la celebración de las primeras elecciones municipales, hizo que la participación bajara diez puntos (68%), respecto a los comicios de dos años antes.
Y eso que, de acuerdo con el texto constitucional, pudieron votar ya los jóvenes de 18 años cuando en 1977 se requería para ello el haber cumplido los 21. Los españoles que expresaron sus preferencias sembraron también las primeras dudas sobre los augurios de las encuestas, ya que la mayoría pronosticaba una victoria de los socialistas de Felipe González.
Finalmente, dieron la victoria a UCD y a Suárez, pero, con 168 escaños, le dejaron a ocho diputados de la mayoría absoluta y a los pies de un calvario que logró ir superando mediante pactos puntuales pero que no evitaron que tirara la toalla a mitad de legislatura.
Con 121 diputados, las ilusiones del PSOE tuvieron que esperar para hacerse realidad, mientras que el PCE se quedó en los 23, la Coalición Democrática de Manuel Fraga vio cómo se reducía su representación a 9 parlamentarios, CiU obtenía 8, 7 el PNV, 5 el Partido Socialista de Andalucía, 3 HB, y 1 ERC, EE, Unión del Pueblo Canario, Unión Nacional (Blas Piñar), el PAR y UPN.
Suárez logró los apoyos suficientes para ser investido presidente del Gobierno en primera vuelta en un pleno en el que se obcecó y logró que saliera adelante una práctica que sería inconcebible hoy en día: leyó su discurso de investidura pero no hubo debate entre los líderes políticos y el pleno del Congreso, tras escucharle, pasó directamente a la votación. Se trataba de los primeros pasos de la democracia, pero ya en ellos se debatía sobre asuntos que siguen siendo una asignatura pendiente.
En esa campaña, Felipe González pidió una y otra vez un cara a cara con Suárez en la única televisión que existía entonces, y si entonces el candidato a la reelección se negó a ello, en la actualidad un debate de ese tipo continúa al albedrío de los candidatos.