El acusado de propinar un puñetazo en la cara a un guardia civil cuando le estaba poniendo una multa en un control rutinario en Motril (Granada) y hacerle caer al suelo, lo que le provocó graves lesiones al golpearse la cabeza contra el arcén, ha aceptado este jueves cumplir una condena de cinco años.
En la Sección Segunda de la Audiencia Provincial, el procesado, que causó al agente, entre otras dolencias, pérdida del olfato y de sustancia ósea en el cráneo, vértigos, y depresión, ha admitido los hechos, y un acuerdo con la Fiscalía ha propiciado una rebaja de la petición de condena a la que se enfrentaba.
Concretamente, el Ministerio Público, que solicitaba inicialmente para José M.G.J., de 33 años, 11 años de cárcel, ha aceptado retirar de su acusación la circunstancia agravante de alevosía, e incluir la atenuante de alteración mental, tras un informe presentado por su defensa.
Así, le atribuye finalmente un delito de atentado en concurso ideal con un delito de lesiones, al que le correspondería cinco años de condena, sumada al pago de una indemnización a su víctima de unos 110.000 euros. El juicio ha quedado así visto para sentencia, que irá en consonancia con el acuerdo de conformidad alcanzado entre las partes.
Los hechos se remontan al pasado 10 de noviembre de 2011, cuando agentes de la Guardia Civil prestaban servicio de vigilancia y control de circulación en la carretera N-340, en Motril.
Sobre las 19,25 horas, los agentes le dieron el alto al vehículo del procesado, por un uso incorrecto de las luces antiniebla, y el conductor se detuvo justo delante del vehículo policial. Mientras uno de los guardias civiles seguía controlando la circulación el otro se acercó a la ventanilla para informar al conductor del motivo de la parada, y de la multa que le correspondería.
Pasados unos instantes, el acusado se apeó de su coche y se dirigió a este último guardia civil para decirle "en actitud tranquila y sin dar voces": "Yo no voy a trabajar para pagar denuncias, esto es una chorrada", pero el agente continuó redactando la denuncia y no le contestó. De pronto, y "de manera súbita y totalmente inesperada", el denunciado le propinó un "fortísimo" puñetazo en la cara al guardia, que perdió el conocimiento y cayó desplomado al suelo, golpeándose la nuca contra el arcén.
De inmediato, el otro agente del control intentó reducirlo, pero el inculpado le amenazó con agredirle si se acercaba en una "actitud desafiante". Finalmente, y con la ayuda de otro guardia civil que, de paisano, pasaba por la zona, y de un policía local, lograron reducir al hombre, quien durante su detención manifestó: "Mañana me arrepentiré, pero hoy me he quedado muy tranquilo".
Como consecuencia de la agresión sufrida, el guardia civil al que le propinó un puñetazo sufrió hemorragia subaracnoidea con focos contusivos bifrontales, hipertensión intracraneal, y fractura de hueso occipital, unas "graves lesiones" que le han dejado como secuelas pérdida de sustancia ósea en el cráneo, que requerirá una craneoplastia y un síndrome psiquiátrico, con trastorno orgánico de la personalidad, con limitación leve de funciones interpersonales y sociales diarias, además de depresión, apatía, pérdida de interés por actividades habituales, pérdida de apetito y de la libido, pérdida de olfato y vértigos esporádicos.