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El cine se reinventa con ?Avatar?

Avatar, el esperadísimo nuevo ingenio de James Cameron cumple de sobra las expectativas en lo que se refiere a la imagen y ofrece un impresionante espectáculo visual que bien vale los cientos de millones que ha costado, pero lo hace con una historia simplista y llena de tópicos.

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  • James Cameron regresa a la dirección doce años después de su último trabajo, ?Titanic?. -
Avatar, el esperadísimo nuevo ingenio de James Cameron cumple de sobra las expectativas en lo que se refiere a la imagen y ofrece un impresionante espectáculo visual que bien vale los cientos de millones que ha costado, pero lo hace con una historia simplista y llena de tópicos.

Doce años después de arrasar en todo el mundo con Titanic –once Oscar y 1.842 millones de dólares (1.263 millones de euros) que la convirtieron en la más taquillera de la historia– Cameron vuelve por la puerta grande con uno de los filmes de más expectación de la década.


El despliegue de tecnología 3D, live-action, recreación por ordenador, escenarios naturales y actores reales mezclados con otros generados por ordenador, da como resultado una imagen espectacular, depurada, tremendamente impactante y, principalmente, muy muy nueva.

Algo de agradecer en un mundo como el del cine que tiende a retroalimentarse de éxitos pasados y que hace que Avatar vaya muy probablemente a marcar un antes y un después en el concepto y manera de hacer películas.

Las criaturas nav’is, habitantes de un lejano planeta al que llegan los hombres en busca de un valioso mineral, están realizadas con un elaborado proceso que mezcla animación por ordenador sobre imágenes rodadas con actores reales, lo que les da un realismo nunca visto antes, con movimientos, rasgos y hasta articulación de boca muy cercanos a los humanos.

Y eso es algo muy importante en una película en la que el enfrentamiento entre los “salvajes” humanos y los ecologistas nav’is se desarrolla tanto a nivel conceptual como puramente físico.

Cameron pensó la historia hace quince años y ha tardado tanto en ponerla en marcha por la dificultad técnica que acarreaba, muy distante de su simpleza de contenidos y de su interminable lista de tópicos.

El protagonista es Jake Sully (el australiano Sam Worthington, que sigue subiendo en popularidad tras ser la sorpresa en Terminator Salvation), un ex marine paralítico que se une a un proyecto que debe permitir a los humanos hacerse con el valioso mineral que existe en Pandora, el planeta en el que viven los na’vi.

Una historia oportunamente ecologista en la que los na’vi, unos seres azules de tres metros de altura y profundos ojos amarillos, llevan una vida que se puede calificar de sostenible. Entre ellos se infiltran los avatares, unos falsos nativos construidos con ADN de humanos y de na’vi, controlados por el cerebro de humanos como Jake o la doctora Grace (Sigourney Weaver).

La historia de amor entre el humano y la na’vi, la lucha entre los despiadados humanos y los inocentes indígenas, la batalla interna de los hombres que dudan en si están en el bando adecuado, la etapa de concienciación ecológica... todo tiene cabida en un guión cual cajón de sastre en el que el continente está claramente por encima del contenido.

Más de 300 millones de dólares (205,7 millones de euros) de coste (500 millones –342 millones de euros– según algunos) han permitido a Cameron hacer su sueño realidad y ofrecer al espectador unas espectaculares y únicas imágenes llenas de un realismo en 3D que se queda en unidimensional en lo que se refiere a la historia.

PROCESO CREATIVO


Con Avatar James Cameron rompe doce años de silencio desde el estreno de Titanic. “Todo el mundo va a hablar de ella para bien o para mal”, subraya Lauren Manuel García Carro, uno de los diseñadores del filme, quien cree que es una película que “va a llegar a todo tipo de públicos”.

Un presupuesto de 300 millones de dólares, la campaña publicitaria más importante en la historia de YouTube, uno de los videojuegos más esperados –Xbox 360, PlayStation 3, PC, Nintendo Wii y Nintendo DS– y la voz de Leona Lewis en una banda sonora de James Horner son algunos de los alicientes que completan esta película de más de dos horas y media de duración.

Además de efectos especiales, tecnología y las tres dimensiones, Avatar transmite un mensaje: la destrucción del planeta y de la naturaleza. Un dato muy preocupante para Cameron, quien tiene una casa con energía solar y conduce un coche híbrido.

Para García Carro, que ha trabajado en los estudios centrales de la empresa Weta Digital (El señor de los anillos) en Nueva Zelanda, Avatar es una apuesta “muy personal y muy arriesgada” de Cameron.

El director ha contado con el apoyo de miles de personas para idear y darle forma al particular mundo de Pandora, como por ejemplo Joe Letteri, quien ha participado en películas como X-Men o Star Wars. “Una persona con mucha experiencia que supervisaba todos los efectos especiales”, explica García, que también ha trabajado junto a Peter Jackson en Desde mi cielo.

“Cameron tenía las cosas clarísimas desde el primer momento y sabía lo que le gustaba y lo que no”, destaca el dibujante español, quien subraya que el trabajo de este tipo de películas es bastante duro. “La media de trabajo son 50 horas semanales, durante la producción son 90”, un ritmo de vida que se aguanta “con pasión”.

Y es que, según García Carro, lo más importante es que “participas en algo que te reconocen, y eso es siempre una satisfacción, una actividad muy bonita, la verdad".

No obstante, sabe perfectamente que Avatar es un “desafío”, porque es la primera película “seria” que desarrolla elementos reales con 3D. “Se mezclan humanos con entornos digitales puros con alienígenas” y “lo más difícil es mezclar algo real con algo imaginario -explica-. Cameron ha sido el primero, y además lo ha hecho bien”, añade.

Un proyecto que el director de Terminator 2ha ido fraguando durante los últimos doce años, mientras se dedicaba a la televisión y al documental, pero que no se ha podido llevar a cabo antes porque “no existía la tecnología para ello”, según García.

Si ahora se ha conseguido que los Na'vi parezcan de verdad, “antes resultaba imposible, porque no existían los ordenadores actuales” y porque estas técnicas, que mezclan la “motion capture” (captura de movimiento) con tomas de actores reales y la animación tradicional a mano, “tienen unos costes muy elevados”, explica.

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