Ha puesto a San Fernando en el registro internacional de yacimientos históricos neolíticos y de la prehistoria reciente de Iberia y de todo el sur de Europa. Su repercusión mediática ha sido inconmensurable con lo que ello supone de publicidad -de la buena- para la ciudad.
Han participado en la investigación y participan el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de Barcelona, Universidad de Cantabria, Universidad de Alcalá de Henares, Universidad Autónoma de Barcelona y la UNED.
También colaboran investigadores de universidades e instituciones mundiales como la Universidad de Tubengën (Alemania), Universidad de Carolina del Norte (EEUU), LGB Genomics Lab Middlesex (Inglaterra) y el Departamento de Genética de la Universidad de Harvard (EEUU).
Se han hecho eco de su existencia e importancia la BBC, Tele 5, Canal Sur, CNN, Antena 3, Cuatro, prensa de todo el mundo, en papel y en digital y ha sido objeto de varios documentales.
Los primeros trabajos desde el descubrimiento costaron 3.000 euros, basados sobre todo en la momificación de uno de los hallazgos y que costó sangre, sudor y lágrimas conseguir por eso de la crisis, aunque en esos mismos años, 2008-2009, se seguían gastando ingentes cantidades de dinero en el Parque de la Historia y del Mar, que ha costado más de nueve millones de euros y está abandonado y sin un destino definido.
Las investigaciones sobre los restos encontrados llevan ya diez años y hasta ahora no se ha invitado al arqueólogo que dirigió las excavaciones a hablar en la ciudad sobre el descubrimiento más importante de San Fernando, el que ha puesto a la ciudad en el mundo arqueológico.
Esa es la realidad, aunque puede ser más sangrante. Cuando desde todas partes del mundo piden a ese arqueólogo que les enseñe dónde está ese tesoro, sólo puede enseñar un edificio y un campo de hockey -nadie está en contra, pero está ahí- de los más modernos de España en el que ha jugado incluso la gran campeona del mundo, la Selección Holandesa.
Qué se puede esperar
Claro que en la ciudad en la que cierran un museo para hacer un despacho -lo que no es ninguna aberración si antes se ha construido el museo nuevo- no se puede esperar otra cosa. Veinticinco años hace que murió José Monje Cruz, Camarón de la Isla, y todavía no tiene ni la primera piedra de un museo. Y eso que dicen que va a llenar de turistas San Fernando.
Esas otras muchas perlas (la de Camarón la pone el arriba firmante) se escucharon en la conferencia de Eduardo Vijande Vila, arqueólogo que dirigió la excavación del yacimiento del Campo de Hockey de San Fernando -que es como se conoce oficialmente en el mundo mundial de la Arqueología- y que no se cansó de pedir el reconocimiento debido para Antonio Sáez Espligares, subdirector del Museo Histórico Municipal (ese que han cerrado para hacer el despacho), quien en realidad salvó lo salvable de ese tesoro.
Por que lo peor de todo no es lo que se ha dicho, sino lo que ocurrió antes de que todo comenzara. La expansión de la ciudad con la fiebre del ladrillo hizo que un lugar que estaba catalogado como zona de valor arqueológico como es Camposoto, fuera literalmente arrasada hasta que las obras del campo de hockey dejaron ver lo que estaba sucediendo.
Las palas excavadoras estaban destruyendo la necrópolis -se llevaron por delante no menos de 30 ó 40 tumbas- hasta que Sáez alertó sobre lo que estaban haciendo y se pararon las obras. "La gente de San Fernando no sabe lo que debe a Antonio Sáez Espligares", dijo Vijande.
A lo ‘positivo’
Las autoridades de la época priorizaron lo que consideraron más rentable políticamente, el campo de hockey, sin ver más allá de sus narices que lo que tenían bajo los pies no era solamente unas cuantas tumbas -un centenar, que no es poco- sino el poblado que debe estar cerca -en un descampado aún sin construir, por lo que no está perdido- y el resto de la necrópolis.
En vez de trasladar el campo de hockey de lugar decidieron sellar el yacimiento y bajo esa magnífica superficie sobre agua que es el Pablo Negre se quedaron otras treinta, cuarenta o cincuenta tumbas más.
Los más clarividentes se darían cuenta de que si aquel yacimiento se trabajara, saliera a la luz la necrópolis y el poblado y se diera a conocer al mundo, lo mejor es poner un bar cerca porque allí habría mucho negocio. Sólo vendiendo refrescos para escolares.
Y entonces se podría construir un centro de interpretación, que es lo que está de moda para interpretar lo que no se puede vez. En este caso tendría ante sus ojos la Vida y muerte de los primeros pobladores de la Isla de León, titulo de la conferencia de Vijande.
No en vano, se trata de un poblado que refleja a la perfección la consolidación del Neolítico, el comienzo de las aldeas estables, la intensificación de las prácticas agrícolas y ganaderas, el almacenamiento de comida y bienes y obviamente su atesoramiento que dan lugar a las primeras desigualdades sociales.
Esas desigualdades se reflejan en las piedras, en lo enterramientos, con tumbas de estructuras complejas y grandes ajuares y tumbas más sencillas con poco o ningún ajuar.
Algunas conclusiones
A lo largo de estos diez años de estudios se ha llegado a conclusiones que nadie se esperaba, aunque el yacimiento en sí ya fue algo inesperado desde el primer momento. Esto es, desde que encontraron tumbas unipersonales, cuando lo normal en aquellos tiempos eran fosas comunes, y de dos, tres o cuatro individuos. Y la sorpresa fue cuando se encontraron con una tumba donde había una pareja con brazos y piernas entrelazadas. ¡Sólo se han encontrado tres en todo el mundo!
Pero de eso habló al final porque el propio Vijande aclaró que con esa figura, la de Los Enamorados, mantiene una relación de amor y odio. Porque es la más mediática y cuando habla del yacimiento todos los periodistas preguntan si eran padre e hija o matrimonio "y cuando les explico que tenemos un esqueleto de un lince ibérico o una tumba con dos hombres que fueron asesinados -el primero asesinato de esa época, porque el de Atapuerca le lleva 400.000 años- me vuelven a preguntar si eran pareja o familiares".
Y es que la tumba más importante es precisamente esa, la del doble asesinato, aunque la de Los Enamorados es la más mediática, la que se conserva en el Museo Histórico Municipal -ahora en la sala expositiva del Castillo de San Romualdo- y que fue embalsamada por el módico precio de 3.000 euros, esos que tanto trabajo costó obtener. A pesar de que los autores realizaron un trabajo impecable.
¿Qué conclusiones arroja el trabajo? Principalmente que San Fernando era hace 6.200 años una isla y muy alejada del continente, por lo que los primeros pobladores tenían que ir en barca. Eso les permitía cierta seguridad, pero además gozaban de un hábitat muy parecido al de Doñana en la actualidad.
Dedicados a la ganadería y la agricultura, ya había sido desmontada dejando grandes extensiones para los cultivos; tenían ganado que les proporcionaba carne y leche y vivían de cara al mar aprovechando absolutamente todo lo que el mar ponía a su alcance.
¿Pero de dónde eran? Esa es otra de las sorpresas que han deparado los estudios. No era el tipo de persona grácil que habitaba la península, sino robustos y con el cráneo más grande por la parte posterior. Eran negroides, por lo que tuvieron que atravesar el Estrecho para llegar y procedían de la Africa subsahariana. Este hecho se está ratificando con estudios genéticos en los países de ese área del continente.
Lo importante, no obstante, es la singularidad del conjunto, el hecho de que cause sorpresa entre los arqueólogos por las enormes diferencias con lo que se conoce de esa época y por la cantidad de materiales que se han encontrado, algunos que ni existen en España, lo que da idea de una comunidad cuyos habitantes -al menos algunos- recorrieron miles de kilómetros antes de llegar a una isla en el Océano Atlántico.
Igual es mejor que no se sepa
Eduardo Vijande dejó la tumba de Los Enamorados para el final -lo mismo si lo hace al principio se le va la gente a la mitad- para decir que se sigue sin saber el parentesco entre los dos miembros de la pareja.
Se envió un diente a la Universidad de Harvard en el que se encontró ADN del hombre y un diente de la mujer, en el que el ADN está demasiado fraccionado. Se envió un segundo diente y se está la espera, aunque el propio Vijande es pesimista sobre el resultado.
¿Se va a enviar un tercer diente? No. Y no categórico por una simple razón de responsabilidad. A esa tumba ya no se le toca y se esperara a que dentro de unos años, los que sean, existan métodos para descifrar el ADN en un campo que está avanzando constantemente.
“Antes se necesitaba un trozo como una galleta y ahora basta con un diente. Quién sabe si dentro de 40 u 80 años es suficiente con lo que hay, aunque no seamos nosotros los que lo descubramos”. Al fin y al cabo, no saberlo todavía le da más valor a la tumba.
Apuesta por seguir trabajando
El conferenciante fue presentado por el profesor José Ramos Muñoz, catedrático de Prehistoria de la Universidad de Cádiz, quien definió al arqueólogo isleño como un hombre con mucha trayectoria a sus espaldas a pesar de su juventud. E incluso lo recomendó a la Real Academia de San Romualdo de Ciencias, Letras y Artes, organizadora de la conferencia, como académico y así ampliar su nómina de académicos jóvenes.
Las palabras de Eduardo Vijande, la conferencia en sí, hizo que el presidente de la Academia, José Enrique de Benito Dorronsoro, se mojara y dejara claro cuál es la vocación de la Institución, no otra cosa que el conocimiento y su difusión por los mejores especialistas en cada materia. De ahí que como presidente dejara clara su apuesta por una recuperación de todo el yacimiento y su apertura al público, tanto como un elemento cultural como turístico. “Más vale excavar bajo un campo de deportes que bajo un bloque de pisos”, dijo de Benito.
Aunque el poblado está al alcance de la mano. Sólo que con lo que cuesta conseguir 3.000 euros para salvar lo que ahora es el santo y seña de La Isla, cualquiera se lo plantea.