Cuando en el primer capítulo de Marianela, la novela de Galdós, Teodoro Golfín cree haberse perdido entre forestas y zarzas de afiladas uñas que aparta con su bastón, vuelve a recordar las indicaciones que los lugareños le habían sugerido para llegar a su destino: “Adelante. Siempre adelante”. Y afirmará a continuación que, si tuviera escudo, “no le pondría otra divisa”, como lema o brújula vital. Seguramente deberían aprender de él muchos de nuestros políticos.
Hay gentes de izquierdas que piensan que hay que demoler todo lo que levante la derecha; y gentes de derechas que opinan que hay que derribar todo lo que construya la izquierda. No es un modelo demasiado edificante pero, por desgracia, representa el paradigma pueril o simplemente irracional sobre el que se asienta el pensamiento de no pocos compatriotas, confundiendo la idea de “adversario político” con la de “enemigo”. Por eso prefieren adoptar una política de tierra quemada antes que velar por el bien de su tierra, que es el bien común para cuya búsqueda han sido elegidos.
El pasado 11 de septiembre, durante el partido de fútbol entre España y Escocia celebrado en La Victoria, pude ver en la pantalla del estadio algo que me amoscó: se proyectaba un vídeo promocional de la ciudad, pero no era el de Jaén, Jaén auténtica, producido por Francisco Cuenca, sino otro especialmente cutrecillo y reiterativo, más propio de alguien a quien le hubieran dado para hacerlo un ultimátum de diez minutos. Mis sospechas se confirmarían algunas semanas más adelante, cuando el concejal afirmó algo así como que el PSOE se había apropiado del lema (en realidad, el de estos era “Somos Jaén, Jaén”), por lo que al gobierno local no le había quedado más remedio que suprimirlo. Es demasiado difícil de creer. Que el PSOE de Pedro Sánchez sea un peligro público a nivel nacional no implica que haya que triturar todo lo bueno que algunos de sus dirigentes gestionan. Y esta decisión tiene toda la pinta de haber sido motivada por mero sectarismo ideológico, porque aquel proyecto de promoción turística de la ciudad era verdaderamente fantástico: el mejor con diferencia, que yo recuerde.
Durante el anterior mandato se encargó a la agencia ubetense Cabello x Mure, premiada internacionalmente, una nueva marca turística para la ciudad. Se financió el susodicho vídeo, finalista en Fitur. Se creó con acierto un producto articulado sobre tres ejes: patrimonio, naturaleza y gastronomía. Se gestionó la presencia de la catedral en revistas como Muy Historia, o de la ciudad en programas como Arqueomanía. Se grabó un programa de Master Chef en el castillo con el objetivo de divulgar su entorno natural. Se retomó el expediente de la catedral como Patrimonio de la Humanidad. Se consiguió la financiación para desarrollar un proyecto de oleoturismo en la mayor almazara romana de los países mediterráneos. Los apartamentos turísticos se multiplicaron por dos, y el número de visitantes de la capital llegó a duplicar al del siguiente destino de la provincia (Úbeda), con los Baños Árabes como monumento gratuito más visitado de esta.
La demolición de una parte importante de este buen edificio es aún más difícil de justificar cuando se ha sabido que el nuevo logo ha supuesto un desembolso cuatro veces mayor que el de Jaén, Jaén Auténtica, con cifras abundantes de ceros. Y la consecuente financiación de un nuevo y definitivo vídeo promocional, con olvidos imperdonables y evocaciones al anterior demasiado explícitas. Lo cual, en un ayuntamiento arruinado como el nuestro, adquiere, además, indicios de inmoralidad.
Menos dogmatismo, que nuestra ciudad ya lo ha padecido lo suficiente en las últimas décadas. Adelante. Siempre adelante.