Nada más regresar de una exitosa gira europea y antes de que el país se paralizara por las vacaciones de Semana Santa, Zapatero decidió acometer importantes cambios en su gabinete y encargar la Vicepresidencia segunda y el Ministerio de Economía a la hasta entonces ministra de Administraciones Públicas, Elena Salgado, sustituyendo a Pedro Solbes.
Junto a ella, cinco nuevos rostros para un Ejecutivo con el que espera imprimir “un cambio de ritmo” a la lucha contra la crisis económica, fomentar la cohesión territorial y preparar el cambio de modelo productivo para acelerar la recuperación.
Apenas dos meses antes, se había producido el relevo al frente del Ministerio de Justicia de Mariano Fernández Bermejo, quien cerró una cuestionada gestión participando sin licencia en una polémica cacería junto al juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón, que instruía el caso Gürtel.
En el Parlamento, la coyuntura tampoco le ha sido favorable al Gobierno.
La investidura en segunda vuelta y sólo con los votos del PSOE el día 11 abril de 2008 fue un augurio de las dificultades que tendría que encarar el Ejecutivo de Zapatero, pero la situación se complicó todavía más tras las elecciones vascas y gallegas.
El PNV, desalojado del Gobierno vasco por el PSE, y el BNG, sin pacto con el PSdG, han pasado a ejercer de clara oposición y han dejado a los 169 diputados socialistas sin aliados en el hemiciclo.
Tan solos que en varias ocasiones los socialistas han tenido que respaldar iniciativas que, en otras circunstancias, habrían rechazado sin complejos; o negociar in extremis enmiendas a propuestas no asumibles para el Gobierno, pero que tenían visos de prosperar apoyadas por toda la oposición.
Con la crisis monopolizando el debate político, la paz ha reinado en otras áreas de confrontación partidista durante la pasada legislatura, como la política antiterrorista.
Pero ha sido en el extranjero donde Zapatero ha encontrado los apoyos que difícilmente consigue en casa y la política exterior se ha convertido en la principal fuente de satisfacciones para el Palacio de la Moncloa.
La participación en las dos cumbres del G-20 (Washington y Londres) que han sentado las bases del futuro sistema financiero y la primera reunión con el presidente estadounidense, Barack Obama, preludio de una renovada relación bilateral, han marcado el relanzamiento de la agenda internacional del jefe del Ejecutivo.
La única mancha, el sorpresivo anuncio de la retirada de las tropas españolas de Kosovo, solucionada con gestiones diplomáticas y un viaje relámpago a Chile para entrevistarse con el vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden.
Con un nuevo Gobierno y después de haber dedicado el 2% del PIB al plan de estímulo para salir de la crisis, Zapatero confía en que la recesión toque fondo en el segundo semestre del año y tiene intención de esperar al verano para evaluar los resultados de las medidas adoptadas.
Pero antes deberá pasar un importante test, las elecciones europeas, previstas para el 7 de junio.